Cristina Almeida quiere ser la portavoz socialista tras la marcha de Lissavetzky

La presidenta de Nueva Izquierda (PDNI) y del grupo PSOE-Progresistas en la Asamblea de Madrid, Cristina Almeida, declaró ayer que la Federación Socialista Madrileña (FSM) cometería un "error de análisis de los resultados electorales" si no le encargase a ella ser la nueva portavoz del grupo. Aseguró que "la consecuencia lógica" de estas elecciones es que ella desempeñe ese cargo, tras la elección de Jaime Lissavetzky (actual portavoz del grupo) como diputado nacional."Yo no tuve ningún problema cuando Lissavetzky fue portavoz y yo presidenta", dijo a Efe, "pero lo lógico y lo coherente es que, si ahora él se marcha y yo he sido la candidata única en las elecciones autonómicas, yo sea la portavoz. Y si los resultados electorales y la situación del PSOE hacen que las familias [socialistas] planteen esta sucesión en términos internos, a mí me gustaría entrar en esa discusión y decir que en estos momentos hay que cuestionar los valores del propio partido y anteponer el interés exterior, el de la sociedad, a los intereses internos".

Almeida se refiere a que las diversas familias en que se divide la FSM siempre se han opuesto a que ella sea portavoz del grupo y prefieren a un diputado del PSOE en ese cargo.

Ayer, diputados del sector guerrista manifestaron a este periódico que, a pesar de los resultados electorales, mantienen la idea de que "Almeida no puede ser la portavoz". "Ese debate lo teníamos aplazado hasta después de las elecciones. Ahora, los malos resultados nos hacen replantearnos todo, pero no hasta ese punto. Nada indica que hayamos cambiado de idea respecto a eso", indicaron.

Cristina Almeida cree que el resultado de las elecciones generales "ha sido un buen varapalo e injusto para la izquierda", y apuntó que, "aunque Nueva Izquierda no tiene ninguna responsabilidad especial", se sentía "incluida en el fracaso".

Tras defender que el PDNI está dispuesto a mantener su alianza con el PSOE, alabó la "dignidad política" y la "coherencia" de Joaquín Almunia al presentar su dimisión, "porque él ha volcado totalmente su esfuerzo en un proyecto que no ha sido entendido y, ante ese fracaso, uno debe dejar la responsabilidad política". En su opinión, el PSOE "necesita ahora buscar un proyecto distinto, porque su renovación no tiene que ver sólo con poner caras nuevas", y "no debe anular, pero sí replantearse, el entendimiento con IU". "El pacto entre el PSOE e IU ha sido precipitado y no ha correspondido a una necesidad vital. La unidad de la izquierda hay que crearla, sentirla como una necesidad y una generosidad, y lo que se ha hecho es programar un acuerdo sin esa solidez vital y generosa, y por eso no ha tenido credibilidad", concluyó.

Por su parte, Jaime Lissavetzky afirmó ayer que cuestiones como la nueva portavocía del grupo PSOE-Progresistas "quedan aplazadas en vista de la magnitud del proceso que se abre en el partido".

Lissaveztky hizo además "una lectura positiva del pacto con Izquierda Unida, porque en la Comunidad siempre ha habido ese entendimiento y siempre ha ido bien". Y añadió: "Sigo pensando que las políticas de las dos formaciones son sumables y seguiré defendiendo el entendimiento y el acuerdo de la izquierda como estrategia".