La dolçaina
J. J. PÉREZ BENLLOCH
Optar a una cátedra o plaza de profesor ha constituido a menudo una variante turbulenta de la lucha por la vida. Es inaudita la perversidad que puede llegar a desplegarse en los tribunales de oposiciones y sus aledaños para que se cumpla el rito de la endogamia académica o prospere la candidatura del individuo mejor patrocinado, que en alguna ocasión, ciertamente, ha coincidido con el más dotado. Lejos ya de las aulas y de los claustros, daba yo por supuesto que estos episodios habían evolucionado positivamente, privando los criterios objetivos de valoración antes que el secular arbitrismo y la pasión.
Parece, sin embargo, que todavía subyacen las viejas prácticas, tal como acabamos de comprobar a propósito de unas pruebas selectivas realizadas estos días pasados para seleccionar al maestro titular de dolçaina del conservatorio municipal José Iturbi. Al decir de las crónicas periodísticas, ahí ha habido de todo: amenazas graves, insultos y hasta dimisiones de un examinando y cuatro miembros del tribunal con sus correspondientes suplentes. Las pruebas, no obstante, se cumplimentaron y, a juicio de los entendidos, venció el más calificado. Albricias.
Ignoramos qué tropelías han de producirse para suspender los ejercicios y proceder a una investigación de los incidentes -por describirlos suavemente- denunciados. Suponemos que el concejal de Educación, Emilio del Toro, presidente del tribunal juzgador, prefirió no darse por enterado y dejar que el trámite se consumase siendo así que beneficiaba al opositor más meritorio. Claro que ese extremo únicamente podían certificarlo los dos músicos con capacidad técnica llamados a juzgar. De los otros miembros, como es el citado edil, o los representantes del grupo municipal socialista y de la Generalitat, no consta qué instrumento tocaban en esta historia. ¿Por qué no incorporar también en futuros y similares trances a un venerable componente del Tribunal de las Aguas?
Por el momento el asunto se ha liquidado sin dejar claro el motivo de este hostigamiento que ofrecía visos sobrados para haberlo puesto en conocimiento del juzgado de guardia. Se sugiere alguna animadversión contra el opositor triunfante, e incluso contra la misma dotación en el conservatorio de una plaza docente que no se desea, sin especificar quién. Quizá los taimados nos brinden próximamente alguna pista de sus intenciones que, a su pesar, o sin pesar, acabarán aflorando.
De todo este sarao resulta llamativo el silencio de los ediles socialistas, en contraste con los de EU, que, estos sí, han reclamado una investigación de los hechos. La tropa que encabeza Ana Noguera ha preferido practicar el tancredismo, limitándose a mirar sin inmutarse los desmanes que a diario se publicaban. O andan plenamente movilizados para la búsqueda del voto, o han carecido de sensibilidad para implicarse en el esclarecimiento de lo que ha sido una irregularidad sonada. Pueden argüir que el desenlace de las pruebas hace justicia al opositor, pero eso no les exime de haberse hecho escuchar y exigir responsabilidades. Igual se sienten bien representados por sus nuevos y recientes coaligados, los de EU. Pero más bien parece que les han fallado los reflejos y faltado diligencia.
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