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Rosas sin puños

Miquel Alberola

MIQUEL ALBEROLA

Los socialistas valencianos tuvieron ayer al mediodía su momento de máximo esplendor en campaña, con la visita de Joaquín Almunia, que empieza a recortar distancias en los sondeos, y con la presencia de un Pasqual Maragall, que tenía una boda por la tarde en Puçol, y aprovechó para comprarse unos zapatos y hacerse ver en la plaza de toros de Valencia. Pero hasta que llegó Almunia con cazadora azul marino, los militantes tuvieron que atravesar un pastoso pantano.

No se sabe qué fue peor: el sol que aplastaba a los asistentes bajo improvisados capirotes de periódico o la verborrea de la humorista Paz Padilla, que trató de llenar tiempos muertos con un repertorio de chistes para largarse sin decir adiós. Suerte que enseguida las abuelitas de Triana Pura pusieron en solfa El probe Miguel y que luego llegaron Els Comediants echando chispas y humos con una danza de abundante percusión que bailaron hasta conformar con sus estandartes un puzle de la rosa sin el puño.

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Una estampida de jóvenes abanderados precedió a Carmen Alborch, y mientras la ex ministra desplegaba su bandera pelirroja y abogaba por una mayor humanización, sobre la arena se producía la confluencia sideral de Antonio García Miralles con visera, Joan Lerma y Antonio Castro, conformando un bodegón de piedra pómez muy remoto. Menos mal que la ex ministra hizo una llamada a la rebeldía de los jóvenes: "No podéis ser de derechas", les arreó.

Después surgió Ciprià Ciscar como si fuese un figurín anoréxico recién cortado para un anuncio de Ermenegildo Zegna, pero enseguida descompuso esta imagen con frases incandescentes. Le lanzó varias piedras a Zaplana y dio paso a un videoclip con las fotos de Almunia y un fondo musical de Gracias a la vida cantada por Joan Baez. Con esta alfombra audiovisual extendida, Almunia no tenía más que subir por la rampa y ser aclamado como presidente. Y eso hizo.

"Estamos ganando", propinó, y así lo coreografió la traductora para sordomudos en medio del delirio de la feligresía, y ante el estimulante mensaje de la pancarta de la agrupación socialista de Alcoy: "La moral del Alcoyano con Joaquín Almunia". Frente a la imagen de un tipo que se rasca con un dedo el occipital antes de decir que va a bajar el IRPF, Almunia ofreció el aspecto del presidente de escalera convincente y seguro de sí mismo, que se ha leído todos los presupuestos de cerrajería y sabe cuál es la cancela que interesa a la comunidad de propietarios. Luego simplemente invitó a la plaza a ir a La Moncloa y quedarse allí a gobernar. Y soltaron globos.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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