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México renuncia a construir en una reserva de ballenas la mayor salina del mundo

Juan Jesús Aznárez

México ha cancelado definitivamente una colaboración con la empresa japonesa Mitsubishi para instalar en un santuario ballenero la mayor planta del mundo de extracción de sal. El proyecto preveía una inversión de más de 40.000 millones de pesetas y afectaba a más de 52.000 hectáreas. Grupos ecologistas llevaban cinco años denunciando que el plan de construir una salina en la Laguna de San Ignacio, en el Estado de California Baja del Sur, sobre el océano Pacífico, constituía un riesgo para los cetáceos y la biodiversidad. El lugar es el último refugio de cría de las ballenas grises de California y se encuentra dentro de la Reserva del Vizcaíno, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en noviembre de 1999. La decisión fue tomada, según fuentes oficiales, de común acuerdo con la firma nipona. "La preservación del área en su estado natural es más importante que proceder al proyecto salinero", declaró en rueda de prensa el presidente mexicano, "a pesar de que los estudios realizados señalan que el proyecto no daña el medio ambiente". La planta iba a ser construida por la paraestatal mexicana Exportadora de Sal S.A., con el 51% de la inversión, y Mitsubishi, que iba a aportar el 49% restante. Estaban previstas unas ventas anuales de sal de unos 21.600 millones de pesetas.

James Brumm, vicepresidente de la compañía japonesa, reconoció que se habían recibido más de 700.000 tarjetas postales contra el proyecto, en una campaña de protesta organizada por la Unión de Grupos Ambientalistas mexicanos y Greenpeace entre otros.

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