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PINOCHET VUELVE A CHILE

"Me han quitado la inmunidad"

Pinochet se quejaba ante amigos y militares que le visitaban de que la noche del 16 de octubre de 1998 se le hubiera despojado de su fuero

Hasta la semana pasada había un tema recurrente, según cuentan amigos del general que le han visitado, en las obsesiones de ex dictador. "Estos comunistas me han dejado sin inmunidad, la han tirado a la basura", decía el ex dictador Augusto Pinochet. Como algo que queda grabado para siempre, la noche del 16 de octubre de 1998 es para Pinochet el fin de la inmunidad. O, si se prefiere, de la impunidad.Pinochet llegó a Londres el 22 de septiembre de 1998 en viaje de placer. Todos los informes y testigos, próximos y lejanos, están de acuerdo en una cosa: el general Augusto Pinochet no tenía pensado operarse de su espalda al planificar, desde seis meses antes, su viaje al Reino Unido. El ex dictador no siguió las recomendaciones del equipo del canciller chileno José Miguel Insulza, esto es, proporcionar los datos necesarios para que el Gobierno de Chile presentase una nota verbal ante el Foreign Office, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, a fin de dar al viaje el carácter de una misión diplomática. En el último momento se suplió la falta de esos datos en la cancillería con un pasaporte diplomático que se le entregó al ex dictador.

El 25 de septiembre de 1998, tres días después de su llegada a Londres, Amnistía Internacional distribuía un escrito a través de todos los países europeos en el que analizaba la visita del general Augusto Pinochet a Europa en un contexto preciso: la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas. El documento subrayaba las "obligaciones de los Estados firmantes" respecto a perseguir a los torturadores allí donde éstos se encontrasen.

El ex dictador no tuvo en cuenta algunas advertencias que le hicieron llegar, desde el mismo Gobierno de Chile, sobre el peligro de viajar a Europa en momentos en que se investigaban activamente en España los crímenes cometidos durante la dictadura chilena. El ex dictador había visitado el Reino Unido en 1997 y no tuvo problemas. Se confió.

El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ya había dictado, en el caso de Argentina, una orden de detención internacional contra algunos militares. Sin eco. Pero el paso estaba dado. Los abogados de Amnistía Internacional Reino Unido estaban al acecho y mantenían contactos con algunos abogados que representaban a las acusaciones en el procedimiento de Chile en España.

Fue así que, a la vista de las informaciones que recogían los periódicos chilenos y británicos, los abogados interesaron al juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón sobre un posible arresto de Pinochet en Londres. El juez no se atrevió a tanto. Habló con su colega Garzón, quien tenía en el sumario de Argentina un capítulo referido a Chile (la llamada Operación Cóndor, de colaboración entre las dictaduras de varios países latinoamericanos). Garzón sí lo tenía claro. El juez García-Castellón se inhibió de hecho y dejó actuar a Garzón, quien primero exploró la posibilidad de viajar a Londres para interrogar a Pinochet. Pero Garzón pudo detectar que Londres estaba dispuesto a colaborar, más allá de aceptar una comisión rogatoria para tomar declaración a Pinochet.

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Y, entonces, ya más sobre seguro, tras palpar la buena disposición de la policía y del Ministerio del Interior británico, dictó en la tarde del viernes 16 de octubre de 1998 la orden de detención internacional. Unos días después, el juez García-Castellón se inhibía formalmente. Todo el sumario pasó al juzgado de Garzón.

Pinochet no sólo había cometido el error omnipotente de viajar a Londres. También, contra los consejos de su esposa, Lucía Hiriart, y de su hija Lucía, entre otros muchos, había decidido operarse de la columna con un especialista iraní en Londres. En otros términos, había tomado la decisión de inmovilizarse. Primero, con la operación; después, con su convalecencia, a partir del mismo 9 de octubre de 1998.

Los exiliados chilenos se movilizaron desde la llegada de Pinochet a Londres para averiguar sus pasos. Y cuando se supo que se internaría para ser operado, las pesquisas se ampliaron. Finalmente, por una tupida trama de relaciones se llegó a conocer la clínica en la que el ex dictador se recuperaba.

Pero esto no era relevante en España. La localización de Pinochet era un asunto para la policía metropolitana de Londres, esto es, para Scotland Yard. Y los sabuesos ya estaban sobre los pasos de Pinochet.

Fue así que, tras recibir a través de Interpol la orden de arresto, después de cuarenta y ocho horas de consultas intensas -faxes sucesivos, preguntas y consultas-, dos policías de paisano de Scotland Yard y un bobby del barrio de la London Clinic, donde se recuperaba el ex dictador, se acercaron con una orden de arresto sobre las once de la noche del viernes 16 de octubre de 1998.

Uno de los policías se había pasado, con anterioridad, por la casa del magistrado del tribunal penal de Bow Street, Nicholas Evans, a fin de obtener la citada orden de detención. Casi en bata, Evans rellenó con una estilográfica de trazos gruesos el formulario del arresto y se lo extendió al agente de Scotland Yard que le visitaba.

Desde esa noche, en que fue arrestado en la cama de hospital, Pinochet va repitiendo hasta hoy día: "Me han dejado sin inmunidad".

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