Diplomacia menor
El Vaticano es un estado soberano, pero las relaciones del Gobierno de España con la Iglesia católica se despachan con la Conferencia Episcopal Española (CEE). Así es desde que el Concilio Vaticano II creó esta figura descentralizadora. En ese momento, el embajador del Papa perdió la relevancia que tuvo, por ejemplo, cuando el entrometido Hildebrando Antoniutti, nuncio de Pío XII en plena guerra civil, se convirtió en símbolo de apoyo a la dictadura al quedarse en Madrid en contra de lo acordado por la ONU para aislar al dictador Franco tras la derrota de Hitler. Sólo el embajador argentino del general Perón siguió el ejemplo de Antoniutti.Los nuncios son diplomáticos de pérfil bajo, aunque no siempre logren pasar inadvertidos. Es el caso del húngaro Lajos Kadar, que acaba de dejar Madrid al cumplir la edad de jubilación. Esperto en federalismo, el arzobispo Kadar no volvió a hablar a la prensa desde el escándalo producido hace dos años cuando, tras entrevistarse con Jordi Pujol, dijo que temía la disgregación de España.
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