El niño de 6 años que mató en EE UU a una compañera quiso vengarse de una pelea previa
El fiscal afirma que el chico sufre un "entorno familiar caótico" y no es consciente de su acción
El niño de 6 años que mató el martes a una compañera de su misma edad, Kayla Rolland, en un colegio de Michigan (EEUU) buscaba, según los primeros datos, vengarse de una pelea que había tenido el día anterior con la víctima. El fiscal encargado del caso no pedirá que el niño sea juzgado como adulto a pesar de que las leyes del Estado lo permiten. Según el fiscal, el menor es una "víctima de su situación familiar". Los padres de varios de sus compañeros aseguran que el niño había dado múltiples muestras de comportamiento violento. La policía encontró varias armas robadas y drogas en el domicilio.Según fuentes de la investigación, el niño no parece entender la gravedad de su acto. Más bien, la ve como si hubiera sido una escena de acción de una serie televisiva. Ayer, en cuanto la policía dejó de preguntarle sobre el disparo, retomó despreocupadamente los dibujos que estaba haciendo justo antes del interrogatorio.
El niño de 6 años y la compañera a la que mató de un disparo en el cuello se habían visto envueltos en una riña infantil en el patio del colegio el día anterior. A la mañana siguiente el niño cogió una pistola de casa de sus padres, la sacó en medio de una clase, apuntó primero a un compañero y después a la niña, y disparó en presencia de otros alumnos y del profesor que impartía una clase de escritura. Tras el disparo, el niño tiró la pistola a una papelera y se encerró en un baño hasta que llegó la policía.
Los agentes registraron su domicilio familiar por la noche, una chabola en la que el niño residía con su madre y su tío, a quien la policía detuvo por delitos pendientes. El padre está en prisión por varios robos y asaltos. La fiscalía ha confirmado que en la casa había varias armas robadas -algunas de ellas empleadas en delitos anteriores- y diversas cantidades de droga y productos de contrabando.
Familia problemática
Es un suceso con el protagonista de menor edad de cuantos se han visto implicados en incidentes similares en los colegios de EE UU. El fiscal, Arthur Busch, aseguró ayer en la NBC que el niño "viene de una familia muy problemática. Es víctima de una cultura de drogas y de un entorno caótico". Según Busch el niño "en muchos sentidos, es tan víctima como la niña".
El menor ha quedado bajo la custodia de un familiar mientras la fiscalía estudia posibles acciones contra su madre. Aunque las leyes de Michigan no fijan un límite de edad para juzgar a un niño como adulto, la fiscalía sólo perseguirá a la madre por negligencia e investigará el origen de la pistola empleada, que, como las otras encontradas, ni siquiera estaba escondida en la casa.
El fiscal ha explicado que un niño tiene que ser suficientemente maduro "para tener la intención de matar". Normalmente las leyes establecen que un niño de menos de 7 años no puede tener responsabilidad criminal. Pero Busch insistió en que alguien deberá sentarse en el banquillo por haber permitido que el niño tuviera acceso a las armas.
El colegio Buell Elementary suspendió ayer las clases y ofreció asistencia psicológica para alumnos y padres. El centro no tenía instalado detector de metales ni cámaras de vídeo, pero sí contaba con la presencia de varios vigilantes de una empresa privada de seguridad.
El suceso de Michigan es el último de una serie de tiroteos en las escuelas de Estados Unidos que han conmocionado al país y han reabierto el debate sobre el control de las armas de fuego. En abril de 1999, dos estudiantes del instituto Columbine de Littleton (Colorado) organizaron la más horrible carnicería escolar de la historia norteamericana en la que mataron a 12 compañeros y a un profesor antes de suicidarse.
Un mes después, un estudiante abrió fuego en el instituto Heritage en Conyers (Georgia) e hirió a seis compañeros de clase antes de ser detenido.
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