La jornada escolar es cosa de mujeres Varias madres explican cómo organizan su tiempo, condicionado por el colegio de sus hijos
El día que Jorge y Guillermo, de 10 y 7 años, se encuentran con su padre a la salida del colegio estalla la revolución. Los niños gritan y se revuelven de alegría. Lo normal es que acuda Paloma Jover, su madre. Ella es, junto a los niños, la coprotagonista de la jornada escolar y es ella a quien condiciona su horario diario. Se ocupa de sus hijos y de su vida profesional. Los lleva al colegio a las nueve, se va a trabajar a la empresa de formación de adultos que ha ayudado a fundar, después da clase de alfabetización a un grupo de mujeres gitanas, luego vuelve a la oficina y tiene el tiempo justo para plantarse a las 15.45 en la puerta del colegio público Rosa Luxemburgo, situado en Aravaca, un barrio residencial al noroeste de Madrid. Además, dos mañanas y una tarde ejerce como psicóloga en una residencia de ancianos y, por si fuera poco, cuando vuelve a casa da clase particular de técnicas de estudio a un par de chicos. El marido, Julián, trabaja lejos todo el día y viaja mucho. "Estás sola y te tienes que organizar sola", dice Paloma con deportividad.Cada minuto de espera junto a la verja del colegio llega un nuevo puñado de madres. A las cuatro en punto hay más de una treintena. Y sólo dos padres. La jornada escolar es cosa de mujeres.
El colegio tiene jornada partida, como la mayoría de los de la Comunidad de Madrid. Hace meses, la asociación de padres, que es otra de las ocupaciones de Paloma desde que fue elegida presidenta, organizó una consulta para saber qué tipo de jornada preferían los padres. Ganó por aplastante mayoría el horario partido.
Una de las ideas esgrimidas por quienes se oponen a la jornada partida es el enorme esfuerzo que supone llevar y recoger a los niños varias veces al día. No es mala razón, pero no se trata sólo de eso, explica Paloma, que aporta dos argumentos clave: el rendimiento de los niños y la defensa del comedor. Se basa en sus conocimientos y en su triple experiencia como psicóloga, profesora y madre. "El horario partido es mejor que el continuo para el niño porque rinde más y se cansa menos. Además, el comedor es un espacio más de convivencia. Aprenden a comer de todo y a comportarse en la mesa con otras personas. Mis hijos comen a diario en él, a pesar de que mi madre estaría encantada de recogerles y darles de comer".
A Paloma le gusta su trabajo y está comprometida con él. "Si tuviera que llegar a recogerlos a las dos o las tres de la tarde, sería una locura. Tendría que apuntarles a cualquier actividad extraescolar a diario". Jorge va a judo y a teatro. Guillermo, a fútbol. "Van porque les gusta, no por obligación". Aun así, esta madre dice que, si le demostraran que la jornada continua es mejor para ellos, haría un esfuerzo. "Pero sé que no es así. Y no se trata de pedir el horario que mejor nos venga a los padres". Paloma renunció al trabajo de su vida por los niños. "Fue hace un par de años. Era de ésos que no te puedes creer que existan. Pero pensé: ¿qué hago con los niños?, ¿los alquilo?".
El impacto del tipo de jornada escolar en la vida de las familias hace que a menudo sea imposible aislar la visión del problema de las circunstancias particulares. Así ha ocurrido con las familias, sobre todo con las madres, de la localidad madrileña de Alcalá de Henares que salieron a la calle el año pasado para pedir el cambio a la jornada continua. Unas madres trabajan, como Encarna Muñoz, y otras no, como Maite Amieva. Ambas utilizan argumentos similares.
Maite tiene dos hijos, Tamara y Andrés, de 7 y 2 años. Su marido es autónomo y no tiene horario fijo. Ella se encarga de todo. De llevar a Tamara al colegio público a las nueve, siempre acompañada del pequeño, de recogerla a las 12.30, de volverla a llevar a las 14.30 y de recogerla a las cuatro de la tarde. "El pequeño está condenado al horario de su hermana desde que nació", dice Maite. "Por la tarde me quedo por la calle dando una vuelta porque no me da tiempo a hacer nada. Y buscar trabajo ni te lo planteas con este horario".
Maite opina que sería mucho mejor la jornada continua para su hija. "Saldría a las dos de la tarde, comería tranquila y haría una parte de los deberes antes de ir a natación, inglés o patinaje, las actividades extraescolares a las que está apuntada. Así tendría la mitad de la tarea hecha para cuando vuelva". Esta madre asegura que en el colegio de su hija han hecho estudios que señalan que los alumnos rinden más con la jornada continua. "Por la tarde van al colegio a dormirse, sobre todo los más pequeños".
La otra madre de Alcalá, Encarna, que también tiene dos hijos, añade otro argumento: "Con la continua se podrían aprovechar mejor las actividades extraescolares, porque no se aprende sólo en las clases normales. Y también tendríamos más tiempo para disfrutar de nuestros hijos".
La ingeniería horaria de las familias
La apuesta por el horario escolar sólo de mañana o partido entre la mañana y la tarde suele estar basada en las situaciones particulares. Los padres están muy divididos, según su situación laboral y su apuesta educativa, pero apenas lo están los profesores: la gran mayoría apoya históricamente el horario continuo, de 9.00 a 14.00. Casi la única excepción son los progresistas movimientos de renovación pedagógica.Las repercusiones del tipo de jornada en la vida de las familias las resume perfectamente el comentario de un padre: "Mi mujer y yo tenemos que hacer auténtica ingeniería horaria para organizar nuestro horario con los de nuestros tres hijos".
Del despertar de la polémica en la legislatura que concluye ha sido en buena parte responsable la ex ministra de Educación Esperanza Aguirre. En su último año al frente del ministerio, y pese a que ella se declaró luego personalmente partidaria de la jornada partida, ofreció a los profesores la esperanza de cambiar a la continua a petición de los centros, algo que se produjo en 1998 en 28 colegios.
La legislación española establece un modelo de jornada partida, pero las comunidades tienen la competencia de cambiarla. Lo han hecho de forma generalizada únicamente dos, Andalucía y Canarias, aunque hay experiencias aisladas autorizadas en otras ocho comunidades.
El cambio no tiene vuelta atrás, como bien han comprobado las dos comunidades que han apostado por generalizarla. No se han producido casos del paso de jornada continua a partida. Tampoco existen estudios globales sobre los efectos del cambio a la jornada continua, por lo que los argumentos que se manejan no hacen sino insistir en la localización del problema en un determinado barrio o centro.
El pasado año, la polémica resurgió con fuerza en la madrileña localidad de Alcalá de Henares y otras cercanas. Los padres de alumnos de 106 colegios pidieron el cambio a la jornada continua a la Comunidad de Madrid, que hasta hoy ha mantenido su negativa. No será el último caso, ya que nuevas peticiones surgen con cierta frecuencia en algún rincón del país.
El rechazo a la jornada continua está apoyado en argumentos pedagógicos de peso. El principal es que el mismo número de horas seguidas de clase no cunden lo mismo que separadas, por el momento de la comida. Es decir, la concentración de actividades provoca un descenso del rendimiento. Otros no menos importantes hacen referencia a la función de convivencia que cumplen los colegios y a que las familias más desfavorecidas salen perdiendo con la jornada continua porque no pueden pagar actividades extraescolares para sus hijos. Éste último aspecto se ha comprobado en diversas zonas de Andalucía y Canarias. La jornada continua contribuye, además, a la proliferación de los llamados niños llavero: los que vuelven a casa horas antes de que regresen sus padres del trabajo.
Una visión panorámica de la situación de la enseñanza pública en España deja ver un tipo de organización escolar aún poco volcada en ofrecer actividades extraescolares por las tardes y en organizar otras para toda la comunidad educativa del barrio o de la población. En esta línea tienen puestas sus miras la mayoría de las comunidades en este momento, y ya existen experiencias ejemplares, aunque generalmente aisladas.
La tendencia de futuro es llegar a acuerdos con los ayuntamientos para que financien las actividades extraescolares y a los profesores que las impartan. La organización correría a cargo de las asociaciones de padres de acuerdo con las peticiones de los alumnos e intentando compaginar las de carácter lúdico (como el deporte) con las que complementan estudios (como la música o la danza) y las de apoyo al estudio en algunas disciplinas. Falta por ver de dónde procedería la financiación que aportarían los ayuntamientos y quién y con qué criterios de selección escogería al personal que impartiera esas actividades.
Hay empresas privadas de formación que ya se están frotando las manos pensando en la posibilidad de entrar en este nuevo mercado vespertino, algo que ya está ocurriendo en algunos centros y que ha sido muy criticado por diversos sectores. Éstos sugieren que las actividades sean casi gratuitas y que los recursos económicos vayan en su mayor parte al bolsillo de los profesores.
Unos piden que se aumenten los días de clase anuales (la confederación laica de padres CEAPA), otros que la jornada de los profesores sea continua, pero no necesariamente la de los niños ni la del centro, y que se dote a los centros de más personal (CCOO), y otros que se abran los centros 12 horas diarias, durante los siete días de la semana y durante 11 meses al año (el PSOE). Lo cierto es que ningún cambio de jornada razonable será viable sin un replanteamiento global del horario de los centros.» EN OTROS PAÍSES
EN OTROS PAÍSES
En busca de nuevas vías para reutilizar los colegios públicos
La situación de España no es del todo comparable a la de otros países de la UE en cuestiones de jornada escolar. Dos aspectos la distinguen: los horarios de las comidas son muy distintos y también las costumbres diarias y académicas. En Alemania, por ejemplo, es extraño que no se abra una escuela el sábado por la mañana, en Francia se están planteando no abrir los sábados, y en Italia y Grecia los niños tienen turnos de mañana y de tarde por la escasez de centros. España es el país con la jornada laboral más extensa y en el que se come más tarde.Pero lo que sí puede servir de referencia es la preocupación por buscar múltiples posibilidades de utilizar los recursos de los colegios. El catedrático de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Francesc Pedró, explica que "la tendencia imparable en Europa es diferenciar entre los horarios de los centros y los horarios de los alumnos. Se pretende abrir las bibliotecas, los equipos informáticos y todas las instalaciones de los colegios a la comunidad educativa". Todo ello es positivo porque cambian los personajes y los ritmos, y la jornada se vuelve más variada, larga y abierta a la participación de padres y otras personas. Surge un mayor equilibrio educativo de horarios y entre enseñanzas regladas y complementarias que hace que los padres estén más contentos, defiende Pedró.
En España es frecuente que por la tarde se lleve a los niños a realizar las actividades a otros lugares. No es ésta la costumbre en otros países. En Italia y Francia, por ejemplo, son asumidas por los centros a través de las asociaciones de padres o de los consejos escolares.
LOS PARTIDOS
CiU apuesta por el horario partido por razones de rendimiento
La prioridad de los nacionalistas catalanes es contribuir al mejor rendimiento escolar posible. Convergència i Unió (CiU) opina que, para ello, hay que inclinarse necesariamente por la jornada partida. Esta coalición destaca que no se deben plantear modificaciones de la jornada que no garanticen una mejora efectiva de la educación. Sobre la jornada continua, CiU señala que no es posible ofrecer con este tipo de horario el suficiente tiempo de descanso, lo que merma el rendimiento de los niños al producir una saturación de información nada conveniente. Para los nacionalistas catalanes, los que apuestan por la jornada continua deberían definir en su defensa quién, cómo y cuándo exactamente están proponiendo que atiendan a los alumnos, así como analizar de verdad si esa opción se adecua o no a los usos sociales.CiU señala que no plantea ningún inconveniente a que los centros estén abiertos a la comunidad escolar más allá del horario habitual. Y pone como ejemplo que en algunas zonas de Cataluña ya se han puesto en marcha experiencias en las que se han organizado actividades extraescolares en los colegios dirigidas a los padres o a los vecinos de algún municipio, con la ayuda de los ayuntamientos y de las respectivas asociaciones de padres.
Apoyo a la reivindicación docente de la jornada continua
El primer argumento de Izquierda Unida para inclinarse por la jornada continua es que se trata de una reivindicación histórica de los profesores. "No es coherente retroceder en las conquistas de los trabajadores de la enseñanza", dice la portavoz de Educación de IU, María Jesús Aramburu. Y explica que en este tema hay que resaltar dos cuestiones. La primera es la necesidad de abrir los centros por las tardes dotándoles de los profesores de apoyo y complemento al estudio que sean necesarios y no sólo para actividades de ocio. La segunda consiste en la necesidad de que los niños compartan su tiempo con los padres. Para ello, dice Aramburu, es preciso planear actividades en las que también puedan participar los progenitores.En cuanto a los argumentos pedagógicos, IU considera que "un sistema de aprendizaje muy dilatado en el tiempo representa una merma de los conocimientos de los niños". Este partido argumenta también que, para que la enseñanza ofrezca buenos resultados, es necesario "que sea diversificada y de evaluación continua, y no se debe renunciar a educar además al individuo ligado a su propio entorno". IU también opina que se debería reducir el número de materias que estudian los niños. "Algunos tienen entre 12 y 14 asignaturas, lo que es una barbaridad. Después tienen que hacer deberes en su casa. Nos parece una carga excesiva".
Centros abiertos 12 horas diarias y 7 días a la semana
El PSOE lanza su apuesta por la jornada partida, por criterios pedagógicos, señala su portavoz de Educación, Clementina Díez de Baldeón. "La jornada continua obliga a someter al niño a un esfuerzo largo demasiado grande. Sin embargo, cuando los padres y profesores se manifiestan claramente a favor de la continua, hay que ser sensibles con sus peticiones y analizar cada caso". Pero, para los socialistas, lo importante no es limitar el debate a la jornada continua o partida, sino garantizar que los centros abran sus puertas por las tardes para ofrecer actividades asequibles a todos los niños. "Se produce una discriminación: los niños de familias con pocos recursos no pueden costearse las actividades extraescolares. Esta garantía es imprescindible para poder hablar de jornada continua", explica Díez de Baldeón. Joaquín Almunia ha propuesto que los centros se abran 12 horas diarias durante 7 días a la semana y 11 meses al año, una propuesta muy bien acogida por los padres, tanto de la enseñanza pública como privada concertada. Los socialistas argumentan que el proceso de aprendizaje debe ser permanente y que es obsoleto incluir en él sólo los conocimientos reglados. Proponen que las actividades extraescolares sean financiadas entre los ayuntamientos y un fondo nacional, y que sean organizadas por las asociaciones de padres.» LOS PARTIDOS
Respeto al entorno y a la elección mayoritaria de los padres
El PP mantiene una posición diplomática respecto al mejor tipo de jornada escolar. El portavoz de Educación, Juan Carlos Guerra Zunzunegui, dice que "no hay que tomar postura por una u otra opción, porque depende de la circunstancia de cada centro". Opina que la jornada continua tiene ventajas, como que permite estar más tiempo a los niños con las familias, y que la partida es razonable siempre que los niños no salgan después de las cinco de la tarde. El PP considera que se debe tener en cuenta la opinión de los padres, "sobre todo cuando más del 80% pidan un determinado tipo de jornada". Otro factor a considerar es el clima. Guerra Zunzunegui señala que, en las comunidades del sur de España, el clima "favorece tener jornada continua a partir de mayo".El PP no es partidario de que se abran los centros toda la tarde y casi todo el año, como ha propuesto el PSOE, porque "los niños tienen que compaginar sus actividades con la vida familiar, y los centros necesitan unos meses para organizar el nuevo curso".
Cree que se deberían dedicar "la última semana de junio y las dos primeras de julio a clases de recuperación de matemáticas y lectura comprensiva" y una semana de cada trimestre "para llevar a los niños a museos, granjas, y no a esquiar, el objetivo de la semana blanca".
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