Un modesto ilusionado por llegar a ser alguien
Saúl Morales era del Fuenlabrada de toda la vida. Un corredor modesto en un equipo modesto. Un corredor obligado a escaparse de salida para que su maillot, su equipo, su ciudad, su patrocinador (Colchón Relax), aparecieran el tiempo suficiente en la pantalla televisiva y para que la gente, los aficionados, supieran que existía. Así hizo en la Vuelta a Mallorca. Se escapó en el kilómetro 30 de la etapa reina. Fue cazado en el kilómetro 100, pero entre medias consiguió los suficientes puntos para proclamarse rey de la montaña. Podio, flores, besos. Un sueño.Formado en el equipo amateur de la localidad madrileña, Morales pasó el año pasado a profesional. Empezó a ejercer de trotamundos, a correr en carreras de quinta categoría, mal organizadas y con escasas condiciones de seguridad, por medio mundo. Carreras que los grandes equipos se niegan a disputar por la falta de garantías. Precisamente la edición del 99 acabó en medio del caos total: etapas suspendidas por falta de hoteles, desbarajustes horarios, amenazas, puñetazos y peleas. Competiciones alimenticias para los equipos pequeños, como el de Morales.
Allí, al otro lado del Atlántico, le llegó también su gran momento de gloria, el triunfo en una etapa de la Vuelta a Venezuela. Allí también debutó en la ronda argentina. Este año, en su segunda participación, las cosas no le iban nada bien. Tras la sexta etapa, la última que ha terminado, marchaba 86º de 89 clasificados, a media hora del líder.
Así iba en el pelotón, rezagado junto a cuatro alemanes, machacados por un abanico, viento duro de todos los lados en medio del desierto, carreteras polvorientas, cuando un camión que se había saltado los controles, un chófer que había decidido que no esperaba más les embistió de frente.
Y sin embargo, éste, 2000, tenía que ser el año de Saúl Morales. "Él mismo había pedido ir voluntario a la Vuelta a Argentina para demostrar su valía", cuenta un miembro del staff del equipo fuenlabreño. "Estaba por ver todavía el puesto que alcanzaría en el pelotón. El año pasado mostró bastante regularidad. No mostraba en carrera su verdadero nivel. Y estábamos de verdad contentos por como se había portado en la Ruta del Sol. Se veía que iba progresando. Era muy espigado (1,86 metros de altura y 68 kilos) y por eso se defendía muy bien subiendo".
Tan joven es el equipo de Fuenlabrada que Morales, pese a sus 25 años, pese a su inexperiencia, era uno de los viejecillos del grupo.
La desgracia se ha cebado una vez más en el equipo que dirige Maximino Pérez, que ha perdido a su tercer corredor en cuatro años. En octubre de 1996 moría en el critérium de Fuenlabrada José Antonio Espinosa. En junio de 1999 falleció el sprinter Manuel Sanroma, caído en la llegada de una etapa de la Volta. Ayer, Saúl Morales Corral, nacido en Leganés y allí residente. Ciclista modesto. Ciclista con ilusión.
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