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Los informes indican que el plan de choque del Consell favoreció los contagios de hepatitis C Los casos de infección relacionados con Juan Maeso se disparan en la sanidad privada

El estudio realizado por el Instituto Cabanilles de la Universidad de Valencia ha ratificado las conclusiones del informe epidemiológico elaborado por una comisión de expertos: Juan Maeso es el foco de contagio del brote de hepatitis C producido en Valencia entre 1994 y 1998. Ninguno de los dos informes analiza la incidencia sobre la infección de los planes de choque impulsados por el Consell del PP en la sanidad; sin embargo, un estudio detallado de los contagios indica que éstos se disparan con el trabajo del anestesista en un hospital privado durante ese periodo.

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La responsabilidad de Sanidad

El 81% de los casos de contagio atribuidos de manera directa e inequívoca a Maeso se produjeron mientras el anestesista -suspendido de empleo- trabajaba en un clínica privada, la Casa de Salud. De esos casos (141), 122 tuvieron lugar a partir del segundo semestre de 1996, cuando el responsable del contagio y otros muchos facultativos con plaza en la sanidad pública incrementaron de manera notable su actividad en centros privados. Ésta coyuntura nació con la puesta en marcha del plan del choque impulsado por el ex consejero de Sanidad, Joaquín Farnós. Farnós (junto con Diego Such, el único consejero del PP apartado de la política activa durante esta legislatura) auspició un nuevo modelo de salud pública para, según proclamó insistentemente, acabar con las listas de espera. La fórmula era sencilla: desviar pacientes de la red pública a la privada para aprovechar las infraestructuras de ésta, desaprovechadas. Según denunció la oposición, este sistema primó la cantidad por encima de la calidad. Y una buena prueba de ello sería el brote de hepatitis C.

De hecho, Maeso, con independencia de las responsabilidades penales en las que haya podido incurrir (si es que las hay), es el origen del brote. Ahora bien, expertos del sector aseguran que la magnitud de la epidemia hubiera sido mucho menor, o ni siquiera alcanzaría esa categoría, si las medidas de seguridad y los sistemas de control existentes en los hospitales públicos se hubieran extendido a los centros privados, que incrementaron de manera notable su actividad con el plan de choque.

Escaso control

Dos datos avalarían esa hipótesis. Primero, el desglose del número total de contagios. Sólo 31 de los 171 casos de contagio imputados a Maeso se produjeron en el hospital maternal de La Fe, donde el médico dirigía el servicio de anestesiología. El segundo, ya mencionado, el rápido aumento de la transmisión del virus con la entrada en funcionamiento del plan de choque (Ver gráfico adjunto).

En ese sentido, el informe epidemiológico encargado por el juez que investiga el caso, José Manuel Ortega, y ejecutado por la comisión diligentemente constituida por la consejería, no sólo diseccionaba los números relacionados con el contagio. Los expertos también hacían referencia a las "deficiencias estructurales encontradas en la cadena de esterilización del hospital Casa de Salud", aunque no encuentran relación alguna de ésta con el brote, y otras carencias de carácter más general en el centro gestionado por una congregación religiosa.

"A diferencia del hospital maternal La Fe, donde existen adecuados sistemas de registro de información hospitalaria, éstos presentan insuficiencias en el hospital Casa de Salud", señalan los expertos. "¿Cómo se pueden desviar pacientes a un centro que no respeta algo tan elemental como las hojas clínicas?", se preguntan fuentes del sector. Farnós lo tenía claro: la crisis sanitaria con la que tuvo que lidiar el médico castellonense no obedeció a ningún defecto estructural, sino a la mala praxis de un profesional que, según el entonces miembro del Consell, era "adicto a los opiáceos". Maeso: un problema más en una cadena de errores para algunos, el único responsable del desaguisado para otros muchos.

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