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De la Rúa se enfrenta a la primera gran protesta popular en las calles

A menos de 100 días del cambio de Gobierno en Argentina, el presidente Fernando de la Rúa se enfrentó el jueves a la primera gran movilización popular, convocada por sectores disidentes del sindicalismo para protestar contra la Ley de Reforma Laboral, aprobada por la Cámara de Diputados.

La medida de fuerza de los sindicatos más combativos, que lograron reunir a más de 20.000 trabajadores en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, ha tenido lugar con mayor celeridad con el primer Gobierno de la Alianza que las primeras protestas contra los dos Gobiernos anteriores, del radical Raúl Alfonsín y del peronista Carlos Menem. El tempranero aviso que recibe De la Rúa contrasta con su buena imagen (62% de aceptación, según las encuestas, frente al 41% de su Gobierno) y abre una serie de interrogantes sobre los pasos dados por el nuevo Gobierno.La primera duda es qué ocurrirá en el Senado, que debe ratificar la polémica ley. En la Cámara Alta tiene una cómoda mayoría el Partido Justicialista (PJ), que votó contra la reforma laboral en la Cámara de Diputados. "La historia se repite como en el 84. Son los senadores los que no les van a fallar a los trabajadores. Estamos seguros de que no van a votar esta ley para satisfacer al Fondo Monetario Internacional", advirtió Hugo Moyano a sus huestes concentradas frente a la Casa Rosada (sede de la Presidencia de la Nación). El dirigente de los camioneros, de la disidencia de la Confederación General del Trabajo (CGT) y de la protesta contra la ley recordaba así el fracaso de la ley de reordenamiento gremial que impulsó Raúl Alfonsín en el primer Gobierno democrático tras la última dictadura militar.

El Gobierno ha quitado importancia a la primera movilización de peso, diciendo que "fue pobre y estuvo muy por debajo de la expectativa", en palabras del ministro de Interior, Federico Storani. Todos sus esfuerzos han ido destinados a resaltar el acuerdo alcanzado esta semana en la Casa Rosada con representantes de sindicatos y empresarios y del cuerpo legislativo. Los reunidos firmaron una declaración pomposa bajo el título de Diálogo Social para el Empleo y la Competitividad, y De la Rúa llegó a hablar del inicio de la nueva política basada en el consenso.

La realidad no es para echar las campanas al vuelo. En primer lugar, la cúpula oficialista de la CGT pactó con el Gobierno, pero amplios sectores del sindicato agrupados en los gremios más combativos no están dispuestos a aceptar por las buenas la reforma laboral. Por otra parte, la ley fue aprobada en la Cámara de Diputados con los votos en contra de los peronistas, lo que es un claro indicio del fracaso del pretendido acuerdo de alta política entre De la Rúa y los tres principales gobernadores provinciales del PJ, Carlos Ruckauf (Buenos Aires), José Manuel de la Sota (Córdoba) y Carlos Reutemann (Santa Fe), ya que los diputados peronistas no acataron sus instrucciones.

La aprobación de la ley pilla al PJ en sus horas bajas. ¿Qué es el peronismo hoy? Con la principal cantera del movimiento, los sindicatos, dividida y sin liderazgo claro, el peronismo no se ha recuperado de la contundente derrota electoral en las presidenciales de octubre pasado. Ningún dirigente de peso ha hecho una autocrítica sincera. Carlos Menem mantiene el cargo formal de presidente del Consejo Nacional del PJ, pero su figura está hoy muy devaluada y muy lejos de controlar las riendas del partido. Enfrente tiene a Eduardo Duhalde, que ostenta un cargo no menos importante, sobre el papel, cual es el de presidente del Congreso. El partido carece, hoy por hoy, de un interlocutor frente al Gobierno de la Alianza, puesto que seduce a Menem.

Una reforma polémica

En sus primeros dos meses y medio, el Gobierno que preside Fernando de la Rúa ha puesto especial empeño en arreglar las cuentas públicas heredadas, con una reducción del elevado déficit fiscal de 7.100 millones de dólares a 4.700 millones a través de un conjunto de medidas impositivas de difícil digestión para los ciudadanos. En este contexto se inscribe la reforma laboral, que pretende una mayor flexibilización del mercado de trabajo.El Gobierno de la Alianza presenta el reciente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) -que en caso de necesidad pondría en las arcas argentinas un préstamo de hasta 7.400 millones de dólares- como la mejor prueba de la confianza que genera el equipo de De la Rúa en la comunidad financiera internacional. Por razones diversas, la reforma laboral satisface al FMI, al establishment argentino y a los inversores que reclaman una modernización de las relaciones laborales, y a las cúpulas sindicales que ven garantizados los beneficios de que disfrutan. En la práctica, sólo institucionaliza la flexibilización que existe desde hace tiempo en Argentina. Según cifras oficiales, sólo el 40% de los argentinos tiene empleo estable y en blanco. El desempleo alcanza el 14% y afecta muy especialmente a los jóvenes de hasta 19 años (29,6%). El 75% de los ciudadanos se sienten económicamente inseguros.

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