Cumpleaños feliz
Cercle de Lectors, el hermano pequeño del popular Círculo de Lectores (Bertelsmann), nació a finales de 1989 con la voluntad de compromiso con la cultura y la lengua catalanas. Llevar adelante el proyecto fue mucho más lento y difícil de lo que creyeron al principio. Habían previsto lograr 50.000 socios en un año, pero a los dos sólo tenían 8.000 y a los cinco, algo más de 15.000. Hans Meinke, que puso en marcha el proyecto, no cejó en su empeño. Los directores literarios de Cercle, Miquel Alzueta primero y desde 1991 Francesc Bechdejú, siguieron empujando: ahora, a los 10 años, tienen 53.000 socios que disfrutan de una variada y tentadora oferta. El esfuerzo ha valido la pena. Por eso, anteayer quisieron celebrarlo con una fiesta literaria.Abrió el fuego Albert Pèlach, director general de Círculo de Lectores, que ofició de introductor de conferenciantes y advirtió al personal que apagaran los móviles y que tuvieran paciencia, que el "acto sólo duraría una horita". Meinke, en un perfecto catalán, recordó que ya en los años setenta, Círculo empezó a introducir en su catálogo títulos catalanes para poner de manifiesto "la espléndida diversidad de esta cultura".
Núria Candela dio voz a la poesía recitando poemas de 14 autores (Verdaguer, Maragall, Foix, Riba, Salvat-Papasseit, Sagarra, Pere Quart, Foix, Gabriel Ferrater, Pere Gimferrer y Joan Brossa, entre otros). Hubo un cierto desánimo entre los asistentes y la "horita" empezó a hacerse larga. "Sin priva, esto no hay quien lo aguante", dijo uno y se largó. Hubo vídeos, uno sobre la historia del Cercle y otro, estupendo, sobre el libro El somriure al peu de l'escala, de Henry Miller, ilustrado por Miró. Lástima que una retransmisión radiofónica en directo se impusiera por encima de la música original y lástima también del sonsonete de los inevitables móviles. Pero bueno, todo fue bastante bonito.
Quien realmente se quedó con el público que llenaba la sala de actos del edificio Bertelsmann fue el consejero de Cultura, Jordi Vilajoana: "Barcelona es la capital mundial de la edición del libro en catalán". Estupefacción en la sala. "Como es lógico", añadió. ¡Uf! Suspiro general. Sólo faltaría que en estos tiempos en que los editores catalanes en castellano ponen cada vez más sus ojos en Madrid, Barcelona perdiera su capitalidad en catalán.
El consejero no se conformó con su espectacular declaración y repitió casi palabra por palabra, coma por coma, el discurso que había pronunciado poco antes Bechdejú. ¿Le habían pasado un resumen de prensa? ¿Le pareció que lo que dijo el director de Cercle no estaba suficientemente claro? Una veterana editora no se pudo contener y se fue directa al jefe de gabinete de Vilajoana, Vicenç Llorca. "Oye, ¿le has escrito tú el discurso al consejero?". "¿Yo? No, ¿por qué?". "Como ha dicho lo mismo que Bechdejú". "Bueno, cuando intervienen tantos se acaba diciendo lo mismo". "Pero, ¿no habría podido improvisar?". "Bueno...". Pelotas fuera y todos tan amigos.
Fue un buen punto de encuentro para intercambiar cromos. Y así lo hicieron Xavier Folch, Jaume Vallcorba, Andreu Teixidor, Carme Riera, Oriol Castanys, José Antonio Millán, Rafael Borrás, Julián Viñuales, Andreu Claret, el padre Batllori y tantos y tantos otros. A nadie pareció importar demasiado las bandejas con copas de cava que acabaron por el suelo y todos recorrieron la exposición Un somriure per tothom, que se abrió ayer al público en el vestíbulo del Edificio Bertelsmann, en Travessera de Gràcia. Muestra la evolución de Cercle de Lectors y su producción editorial durante estos años. Los libros expuestos dan fe de ello.
Los numerosos asistentes alabaron unánimente las excelentes ediciones de Cercle y de sus bien aprovechados 10 años. ¡Feliz cumpleaños!, y hasta siempre.
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