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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aclaraciones

En relación con la carta escrita desde Ginebra por José Luis Heredero [publicada el pasado 13 de febrero], en la que inenta argumentar en contra de algunas de las observaciones en favor de la igualdad de las lenguas que hicimos en esta sección con fecha de 24 de enero, y aunque nos da cierta pereza volver a insistir en cosas tan obvias, deseamos aclarar a quien corresponda lo siguiente:

1. Ni entonces ni ahora ha sido el objeto de nuestro texto avalar una u otra de las diversas políticas lingüísticas en España, sino afirmar la igualdad de todas y cada una de las lenguas en su calidad (y en su cualidad) de espejos de la identidad sociocultural de las personas y de sus comunidades de habla. No hay una lengua mejor que otra, aunque unas tengan un mayor uso, un mayor caudal léxico o un mayor status que otras por razones económicas, demográficas o políticas.

2. Las lenguas son de quienes las hablan y nadie tiene el derecho de usurpar a nadie el derecho a usar su lengua materna en condiciones de igualdad y de respeto a las demás lenguas. Y ello vale tanto para el español en Puerto Rico como para el gallego en Galicia. Algo tan obvio se olvida a menudo en algunos ámbitos académicos, filológicos y políticos.

3. Afirmar que detrás de una lengua no hay ninguna ideología es algo con lo que en principio se puede estar de acuerdo si se considera a las lenguas como entidades abstractas ajenas al uso que de ellas hacen quienes las hablan. Pero las personas hablan y cuando hablan hacen unas u otras cosas con las palabras (informar, convencer, argumentar, describir, engañar, narrar, persuadir...). Por ello en los usos lingüísticos se manifiestan ideologías, actitudes de poder y de solidaridad, de dominio y de resistencia, de prestigio y de descrédito... Por otra parte, ignorar el aspecto ideológico de los usos lingüísticos es negar el pan y la sal a lo que han dicho y escrito ilustres retóricos como Aristóteles, Cicerón o Quintiliano, insignes gramáticos como Nebrija, acreditados lingüistas como Jakobson, Coseriu o Chomsky y tantos sociolingüistas y antropólogos que se ocupan del estudio de las lenguas en su contexto social y de los efectos culturales (y, por ende, ideológicos) que los usos lingüísticos construyen en las diversas situaciones de la comunicación.

4. Estamos de acuerdo en la crítica al intento de sacralización de una lengua, especialmente si esa sacralización se hace a costa de otras lenguas. Porque -y de eso se trata- todas las lenguas son sagradas (desde el inglés hasta el wolof, desde el castellano hasta el aranés). En cuanto al "intercambio vociferante de diatribas desde púlpitos ideológicos", nos es ajeno, ya que, al modo unamuniano, a menudo estamos contra esto y contra aquello porque la sombra de los prejuicios lingüísticos y culturales es alargada y a todos afecta. Por ello, nuestra intención ha sido y es evitar algunas supersticiones lingüísticas e invitar al amor a las lenguas en cuanto herramientas de comunicación y convivencia entre las personas.

Y, por favor, al igual que deseamos que se deje en paz a las lenguas, dejen de utilizarnos como pretexto para polémicas que nos son ajenas y nos aburren bastante a estas alturas de la historia.- , catedrático de Lengua y Literatura Castellanas de educación secundaria en Gijón, y Amparo Tusón Valls, catedrática de Filología Española en la Universitat Autònoma de Barcelona.

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