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Aznar enfrenta su "España normal" de las fusiones a la de los fondos reservados de Interior

Javier Casqueiro

José María Aznar enfrentó ayer en Burgos las dos únicas opciones que, a su juicio, hay para los comicios del 12-M: la "España normal" en la que las fusiones entre empresas como el BBVA y Argentaria ocurren "como en cualquier parte del mundo", y la alianza del PSOE e IU, que descalificó como "esa cosa de socialistas y comunistas" y que identificó con el país donde lo que se debatía era el destino del dinero de los fondos reservados de Interior. No hubo sorpresas ni nuevas promesas. Sólo precisó un compromiso para el electorado local: estudiar si es posible, o no, un nuevo hospital para los burgaleses.

Aznar montó todo su discurso sobre las tres preguntas clave que plantea en todos los mítines y de las que luego extrae el resto de los argumentos. En el pabellón de El Plantío y ante 5.000 personas -entre las que estaba José Antonio Ortega Lara, el funcionario de prisiones de Burgos que permaneció más de año y medio secuestrado por ETA- el candidato del PP volvió a interrogar en alto al electorado sobre "¿Quién, qué y para qué?" debe gobernar a partir del 12 de marzo en España. La respuesta a la primera cuestión le sirvió, como en otras ocasiones, para atacar la alianza lograda entre el PSOE e IU para la hipotética investidura de Joaquín Almunia como presidente del Gobierno. El presidente del Gobierno resumió de modo coloquial la solución a ese dilema: "La elección es clara. O nosotros, el Aznar, o la cosa esa de socialistas y comunistas que no se sabe qué es". Por si cabía alguna duda, Aznar señaló a los protagonistas de ese pacto como "el pasado, la marcha atrás", mientras que describió al PP como "la única opción abierta y activa".

El presidente del Ejecutivo volvió a contraponer al PP como garantía y aval de progreso, estabilidad y seguridad frente a la colaboración de socialistas y comunistas "que no tienen más que decir que quieren echar a Aznar de La Moncloa sin oponer nada a cambio sino poniendo en riesgo los intereses del país". El jefe del Ejecutivo sostuvo que ni Almunia, el líder del PSOE, ni Francisco Frutos, el cabeza de lista de IU, "tienen una idea clara".

Al responder a la pregunta sobre qué se quiere gobernar, Aznar señaló: "Nosotros decimos que España, no España menos un trocito o lo que quede de España sino España tal y como está definida en la Constitución". Fue en ese momento cuando introdujo la frase, ya incorporada a su guión habitual de campaña, en la que se mofa de que la alianza de izquierdas tenga hasta seis programas distintos y supuestamente contradictorios mientras él va por todo el país diciendo lo mismo.

En esa tesitura, a Aznar se le ocurrió comentar con cierto sarcasmo que quizá Almunia empezó demasiado pronto a vender su programa electoral. Señaló, sin citarle, que algunos habían empezado a lanzar promesas "malas" en septiembre y se habían quedado sin iniciativas en las últimas semanas, mientras que él y su partido, cuyo programa se aprobó hace unos días y se presentó el pasado miércoles, "han puesto sobre la mesa" esta semana desde ideas para ayudas a las embarazadas, hasta un plan nacional de guarderías o incentivos fiscales para las pequeñas y medianas empresas.

La traca más dura contra el PSOE y sus actuales aliados políticos se la reservó para la respuesta al tercer interrogante, para qué se quiere gobernar. Según fdijo, al llegar a La Moncloa su deseo era "que España fuese un país normal, donde se debatan problemas normales". En ese contexto, Aznar valoró como algo normal el acuerdo alcanzado la pasada semana entre el BBVA y Telefónica. "Esas fusiones ocurren como en cualquier parte del mundo y lo importante, y lo que tenemos que hacer nosotros, es que funcionen las reglas y que se beneficien los ciudadanos". Aznar contrapuso esas relaciones empresariales normales a lo que ocurría en el pasado, en referencia a los últimos gobiernos socialistas: "Lo que yo no quiero es que el debate sea sobre dónde estaba el dinero del Ministerio del Interior".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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