El primogénito de Brossa

Con la reciente desaparición de Guillem Viladot, añadida a la de Joan Brossa, la poesía visual catalana se ha quedado huérfana. Pero no extinta, porque la segunda generación de poetas visuales (los nacidos a principios de los cincuenta), encabezada por Bartomeu Ferrando, Xavier Canals y Josep Maria Calleja, se va consolidando poco a poco. A ello contribuirá sin duda la exposición que el primero de los tres inauguró la pasada semana (y hasta el próximo día 29) en la galería H2O (Verdi, 152), titulada simplemente Poesia visual, que recoge una selección de sus obras de toda la vida. La exhibición está formada por 28 poemas visuales (a la venta por 40.000 pesetas cada uno) de 55 por 55 centímetros en los que a simple vista destaca un uso generoso del color, al menos por comparación con los conocidos objetos brossianos. No se trata propiamente de lienzos, pues casi todos están hechos de diversos materiales pintados (madera, cartón, cantos rodados y papel de periódico, sobre todo), para construir imágenes a partir de signos lingüísticos: letras, signos tipográficos, palabras e iconos. Según Bartomeu Ferrando, nacido en Valencia en 1951 y actualmente profesor de Bellas Artes en esa ciudad, "la idea de la exposición no es otra que el intento de fusión y cruce entre la plástica y el lenguaje. Se trata de intentar que los signos lingüísticos creen significados nuevos a base de desposeerlos de los que tenían; por ejemplo, que dejen de ser palabras para transformarse en imagen". Así, los poemas visuales de Ferrando contienen perfiles de letras recortadas, números que gotean por la nariz, comas que dejan rastro, paréntesis que esconden secretos, mayúsculas que sostienen edificios y minúsculas que se precipitan al vacío.

"La poesía visual", explica Ferrando, "proviene de la llamada poesía concreta, aparecida en los años cincuenta de la mano de artistas alemanes y brasileños, como Max Benze, Eugen Gomminger y los hermanos Haroldo y Augusto de Campos, que perseguía la descomposición sintáctica. Como precedentes tendríamos los caligramas de Mallarmé, la escritura ideográmica china y la poesía de Cummings". El creador valenciano la descubrió en los años setenta en una exposición donde participaba Brossa, y ahí empezó la relación entre discípulo y maestro. Con ocasión de una de las dos exposiciones anteriores de Ferrando en Barcelona, Brossa escribió: "Es el artista plástico valenciano más incisivo y el que se vuelca en la contemporaneidad de una forma más positiva. A menudo sobrepasa la experimentación habitual, y tiene las antenas bien conformadas".

Como es habitual en los actos inaugurales de este género, el artista realizó una performance en la que se mezclaron diversas disciplinas. En este caso, lo plástico con lo musical, pues no en vano Ferrando, además de ser licenciado en Filología Hispánica, ha realizado estudios musicales y forma parte de tres conjuntos algo sui géneris: el de poesía fonética Flatus Vocis Trio, el de música objetual Taller de Música Mundana y el de free jazz y performance Rojo. Creador polifácetico, Bartomeu Ferrando va a sacar próximamente su primer libro de poesía textual (Trazos), aunque eso no significa que vaya a ser muy convencional: los poemas se podrán leer en horizontal, en vertical y en diagonal. Y en cada caso con significados distintos, claro está.