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Entrevista:MOHAMED SAID AL SAHIAF - MINISTRO DE EXTERIORES DE IRAK

"España es uno de los países más objetivos con Irak"

El ministro de Exteriores iraquí, Mohamed Said al Sahiaf, tiene un empleo duro. Convencer al que sabe que no va a dejarse de que ya es hora de poner fin a las sanciones, impuestas por la ONU pero muy norteamericanas ellas, que arruinan su país, que contribuyen decisiva, pero no exclusivamente, a que mueran ancianos y niños por malnutrición y enfermedad, y, con ello, hacer que Washington y Londres dejen de bombardear su país en días laborables y fiestas de guardar. Todo eso le va a contar a su homólogo español, Abel Matutes, que no lo ignora, para que apiade a la UE, cuyo corazón es una roca.El ministro, instalado en esa frontera entre los 50 y los 60 que puede durar todavía algún tiempo, habla en un hotel de Madrid con dignidad un poco harta. "No hay luz al otro lado del túnel". La resolución 1.284 castiga a Irak por invadir Kuwait en 1990, al tiempo que prolonga los efectos de la derrota inmisericorde que sufrió en 1991 ante la potencia norteamericana, sus aliados occidentales -entre ellos, España- y una decoración de árabes adversarios del presidente Sadam Husein. El país se halla hoy bajo un severísimo embargo, sin embajadas occidentales, y autorizado sólo a exportar por valor de 5.000 millones de dólares (unos 840.000 millones de pesetas) de crudo cada seis meses, aunque puede libremente comprar comida y medicinas. ¿O no es así?

"No podemos exportar lo que teóricamente se nos permite, sino a lo sumo por 3.000 millones, porque nuestra industria petrolera necesita equipo, que ellos no permiten que nos vendan". Ellos son "los anglosajones". Ni De Gaulle podría decirlo con más soberbio desdén. "Y, además, no es verdad que podamos adquirir libremente alimentos y farmacia porque nos han dejado sin un céntimo, y cuando estamos con los bolsillos vacíos se nos dice: compra lo que quieras. Encima, si pretendemos hacerlo, se nos deja comprar sólo lo más genérico: penicilina, por ejemplo. Pero cualquier medicina especializada, digamos contra la diabetes o para las enfermedades cardiacas, no recibe la aprobación del comité de sanciones".

Como un Torquemada extrañamente apacible saca un rollo de papel de ordenador y comienza a leer la lista de productos y obras que España ha tratado de vender a Irak en los últimos tiempos: "Productos agrícolas. Venta bloqueada por EEUU; equipo médico, venta bloqueada; proyecto sanitario para Bagdad, por valor de 26 millones de dólares, bloqueado; cooperación educativa por ocho millones, bloqueada". Parece una subasta al revés en la que no hay puja que valga. Y pese a ello, dice, España vendió a Irak por valor de varios cientos de millones de dólares el año pasado, "por encima de Italia y por debajo de Francia", con "una de las más altas tasas de bloqueo norteamericano del mundo entero".

El 1 de marzo, el sueco Hans Blix tomará posesión como jefe del equipo supervisor que ha de verificar si Irak posee o trata de adquirir armas de destrucción masiva, motivo adicional por el que sufre las sanciones. Hasta la fecha, ni siquiera su antecesor, un australiano universalmente considerado estafermo de Washington, había logrado probar que existieran tales agentes del mal generalizado, bacteriológicos incluso. Pero Bagdad no va a autorizar a Blix a que visite el país porque es "la resolución misma la que es inaplicable. Hay que buscar otra fórmula, aunque nosotros no hemos de decir cuál, porque el nuestro es el papel del que sufre las consecuencias, y no del que decide".

Sobre Blix, dice el ministro que su nombramiento "sólo es un detalle" y, siempre en inglés, aclara: "The devil is in the details"; algo así como "no cojamos el rábano por las hojas". El propio sueco, cuando era director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, afirma Sahiaf que ya le dijo en Viena que nunca presentaría su informe oficial reconociendo que Irak no poseía el arma nuclear porque, "como usted y yo sabemos, no puedo hacerlo". Con ello aludía a la larguísima y activa mano de Washington.

Estos días en Bagdad se ha producido la dimisión del alemán Hans von Sponeck, coordinador de la ONU para la ayuda humanitaria, en protesta por las sanciones, que calificó en su despedida de "genocidio". Y es el tercero que abandona el cargo por las mismas razones. Washington, por su parte, ha anotado con satisfacción en una nota oficial esa inminente ausencia.

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Sahiaf quería entrevistarse con Aznar, pero muy cuidadosamente se refugia en "los apretados programas de los demás" para explicar que Matutes sea su único interlocutor. Al ministro español le pedirá, el primero en la Unión Europea, que defienda el fin de las sanciones entre sus colegas, "porque España es uno de los países que con mayor objetividad trata a Irak". ¿Acaso ello significa que España es el mejor amigo de Bagdad en Europa? Prudencia en la respuesta para no ofender allá fuera y no inquietar aquí dentro. "Uno de ellos. Como Italia y, hasta cierto punto, Francia".

¿Establece el ministro, ya como remate, alguna relación entre la paz árabe-israelí y el fin de las sanciones? "No he venido a hablar de ese asunto. Ellos dicen que no, e Irak apoya a sus hermanos árabes". Siempre ellos.

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