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Paulo Coelho describe un caso de locura "negativa" en 'Verónika decide morir'

Vestido de arriba abajo de negro impoluto sólo roto por una cinta roja en la muñeca, Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947), ignorado por la crítica que lo considera más un mago que un escritor, presentó ayer en España Verónika decide morir (Planeta). Una novela sobre la locura, que nada más salir en Brasil en agosto ha vendido 1,5 millones de ejemplares; nada insólito en este escritor que ha colocado 20 millones de ejemplares de sus novelas en 10 años. Paulo Coelho no se explica su gran predicamento entre los lectores, porque "no sólo es un éxito en países cristianos, sino que va desde Irán hasta Japón". Su lenguaje directo y elaborado a base de frases cortas, quizá contribuya a que sus novelas, entre las que se encuentra El alquimista, hayan sido traducidas a unos 40 idiomas y en más de 80 países. Unos libros que el autor no considera que sean para jóvenes, aunque a la vez opina que su lenguaje es "de Internet, pide al lector su participación".

En Verónika decide morir el autor afronta "la necesidad que tenemos de ser distintos y de que se acepte la diferencia", desde su experiencia personal.

Coelho fue encerrado por su padre tres veces en un sanatorio mental porque lo consideraba un raro. Chico solitario, seguidor del existencialismo y del Mayo Francés, él quería ser un artista, algo que su padre consideró una locura. Ésa es la base de esta nueva novela en la que el autor distingue dos tipos de locuras, no patológicas: la positiva ("acepta las diferencias y está bien vista por la sociedad porque es productiva") y la negativa, la que padece la protagonista. "Ella lo tiene todo, pero está aburrida de la vida y ha perdido el entusiasmo de vivir; y lo más negativo de su locura es que le incapacita para comunicarse con el mundo". Por eso decide suicidarse, aunque yerre en el intento.

"No es porque se sienta mal, es que ya no siente nada", declaró ayer el autor tras matizar que no ha querido escribir ningún tratado sobre el suicidio. "De hecho, la protagonista empieza a vivir cuando se empieza a comunicar con los demás".

Coelho, a menudo considerado como un guru, es consejero especial de la Unesco para el programa de convergencia espiritual y diálogos interculturales. Opina que el camino de la espiritualidad "necesita coraje, no fe", y se muestra convencido de que "estamos sufriendo un cambio de percepción, una nueva forma de ver la realidad". Nombrado por el ministro de Cultura francés Caballero de las Artes y de las Letras y Caballero de la Legión de Honor, Coelho dice que con esta novela no repite otras fórmulas ensayadas antes, sino que intenta "ser osado y abrir nuevos caminos".

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