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RAÍCES

Entre Carmen y las 'chicas Almodóvar'

La mujer andaluza en la historia del cine ha sido, y sigue siendo todavía, un personaje arquetípico. Desde el mito de Carmen a las chicas Almodóvar, los papeles andaluces femeninos han estado sometidos a una doble atadura, la que suponen los roles que tradicionalmente se han atribuido a la mujer y la que procede de la tipificación regional de lo andaluz. "La mujer andaluza en el cine es un tipo marginal", sostiene Virginia Guarinos, profesora de la Facultad de Ciencias de la Información de Sevilla y coordinadora de un trabajo de investigación sobre las andaluzas como personajes cinematográficos y como realizadoras. Alicia en Andalucía, publicada por la Filmoteca andaluza, repasa tipos desde la Danza andaluza, de R. W. Paul (1896), a Más allá del jardín, de Pedro Olea (1996), una de las últimas realizaciones con personajes femeninos andaluces.Del libro, realizado por un grupo de profesores y estudiantes de tercer ciclo, se ha quedado fuera, al no coincidir en el tiempo, la película Solas, de Benito Zambrano, "cuyo análisis merece un estudio aparte", dice Guarinos, profesora de Narrativa Audiovisual, que destaca dos formas de marginación de los personajes femeninos andaluces, dos estereotipos que tienen como consecuencia la sublimación o el desprecio y la ridiculización. "O bien son elevadas a lo sublime por la fascinación que produce su belleza, alegría y la vestimenta colorista con que aparecen, o son caracterizadas como mujeres basura: taimadas, falsas, delincuentes...", explica. Carmen sería un ejemplo del primer tipo, mientras que una mujer gitana, echadora de cartas y folclórica representaría el otro estereotipo.

Ese arquetipo de mujer andaluza traspasa la barrera del género. "Son caracterizadas incluso racialmente. Además de la sexual, existe otra marginación, la de la procedencia, a veces confundible con lo racial, y así encontramos esa doble tipificación que convierte en muchas ocasiones a los personajes femeninos andaluces en inverosímiles. Son mujeres que no responden a un perfil real", agrega Guarinos, que considera que esta situación afecta también al hombre andaluz, no por hombre sino por andaluz.

Para la editora del libro, este tratamiento de la andaluza en la pantalla responde a varios factores culturales y sociales, entre ellos la imagen que de los andaluces forjaron los románticos: "El mantenimiento de la Andalucía romántica, de la andaluza feliz y despreocupada, ignorante e inútil y hasta perversa, ha sido durante 40 años una estrategia política eficaz". Guarinos pone de relieve la escasez de personajes de mujeres andaluzas originales para cine, pues la mayoría son de procedencia literaria, novelesca o teatral. "Ahora están empezando a hacerse guiones con andaluzas más reales, aunque la televisión se encarga de contrarrestarlo: las protagonistas de las teleseries son bastante folclóricas", comenta, e insiste en la necesidad de crear personajes expresamente para cine. "Es la única forma de que se desvanezca el arquetipo. Por mucho que se quiera revestir al personaje de modernidad, si su comportamiento y sus diálogos han sido ya caracterizados, se perpetuará el estereotipo".

También resalta la identificación "casi enfermiza" que se hace entre andaluza y sevillana. "No hay apenas casos de mujeres de Almería o Jaén. Alguna granadina o gaditana reafirman un nuevo elemento, el de la igualación español-andaluz y andaluz-sevillano. En muchos casos, andaluza, sevillana y gitana es todo uno", precisa.

La segunda parte de Alicia en Andalucía -el nombre se identifica con las investigaciones sobre la mujer en el cine desde que Teresa de Lauretis publicara Alicia ya no, un clásico de los estudios filmográficos feministas- se refiere a las realizadoras, fundamentalmente de cortometrajes, salvo los casos de Pilar Távora, Chus Gutiérrez y Josefina Molina.

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