El chivo
El PP está desarrollando una variante administrativa del chivo expiatorio de toda la vida: el jefe de protocolo. El jefe de protocolo del Real tuvo la culpa de que Cascos y señora se colaran en el teatro con la obra comenzada, del mismo modo que el jefe de protocolo del Ayuntamiento de Madrid es el responsable de que Álvarez del Manzano pagara con dinero público sus viajes privados. Como no es verosímil que todos los jefes de protocolo se hayan vuelto locos de súbito, hay que sospechar, ya digo, que estos movimientos estén dirigidos a la creación de un culpable profesional sobre el que depositar la basura que los políticos no soportan ver en el interior de sí mismos. Todo un hallazgo, sí señor.Ahora bien, la figura del jefe de protocolo sólo funciona eficazmente como depósito de las propias miserias, cuando uno consigue colocar los intereses de la comunidad muy cerca de los intereses personales. En otras palabras, si Cascos no creyera en lo más íntimo que el Teatro Real, al menos mientras el PP continúe gobernando, es un poco suyo (y de su esposa, no quisiera parecer sexista), la coartada no habría funcionado, pues no se entiende por qué el jefe de protocolo debería dispensar al vicepresidente de las obligaciones del común de los mortales, a menos que se sienta más empleado de él que de la institución en la que trabaja. Es lo que sucedía antiguamente con el chófer del ministro: que llevaba a la excelentísima señora de compras en el coche oficial porque pertenecía a ella más que al ministerio. Aunque le pagara el ministerio.
En cuanto a Álvarez del Manzano, está claro que tiene su billetera demasiado cerca de la del Ayuntamiento, por lo que a veces mete la mano donde no es. Aún más: el alcalde está convencido también de que el jefe de protocolo es un empleado de su familia. ¿Cómo explicar, si no, que lleguen a sus manos los gastos conyugales del regidor? Las facturas personales, en fin, están tan revueltas con las públicas que se confunden unas con otras, pero siempre en la misma dirección, qué lástima. Todo ello sería desastroso para el futuro de los Álvarez de no contar con un jefe expiatorio o chivo de protocolo sobre el que descargar la culpa. Enhorabuena.
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