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50º FESTIVAL DE BERLÍN

Daniel Calparsoro abre con buen cine la participación española Un curioso filme sobre la guerra del Golfo

Concursaron ayer Coro de muchachos, bonito filme japonés de aspecto lírico pero con desgarro subterráneo, y Nebescaudica, filme serbio sobre la vida en Belgrado bajo los bombardeos de la OTAN. Pero lo más relevante estuvo fuera del concurso, en el filme estadounidense Tres reyes, protagonizado por George Clooney, y en la inauguración del Panorama por la película española Asfalto, de Daniel Calparsoro, que consigue, pese a imprecisiones, buen cine.

La película serbia Nebescaudica puede ser una buena candidata a uno de esos premios políticos de lavado de mala conciencia tan característicos de este festival. Lo habitual es concederlos aquí al cine que mantiene viva la memoria del exterminio de los judíos por los nazis, pero este año muy bien puede haber un hueco para los todavía frescos, pero ya, sin embargo, con tendencia a ser olvidados, bombazos occidentales que machacaron la vida cotidiana de la mala y, sobre todo, la buena gente de Belgrado, que es la que protagoniza esta sencilla y nada pretenciosa película menor.El filme japonés Coro de muchachos es más ambicioso y complejo. Aunque de transcurso apacible, circulan discretamente por debajo de sus imágenes algunas abruptas turbulencias de la vida japonesa, que salen a flote inesperadamente y rompen el tono lírico sosegado, pero inquietante de la secuencia. Es un relato muy intenso sobre la orfandad, y no se detiene en aquello que la muerte del padre tiene de accidente natural, de carencia individual inevitable, sino de rasgo social, histórico, que lo convierte en un signo distintivo no de las personas, sino de las colectividades modernas, donde la figura del padre ha perdido su antigua nitidez y su lugar es ocupado por perturbadores sucedáneos o, más grave, por la brutalidad del vacío.

Se ha hecho poco cine, y malo, sobre la guerra del Golfo. Parece que en Hollywood la consigna ha sido echar tierra sobre aquel feo asunto. Tres reyes es una curiosa, aunque un poco tardía, excepción. Pese a que su trazado argumental es embarullado y que al final hay cierta tendencia en el guión al pasteleo, lo cierto es que en medio quedan personajes e imágenes poco indulgentes contra lo que en aquel acontecimiento hubo de impostura política, militar y mediática. Si a esto se añade que la estrella creciente de George Clooney no ha tenido remilgos en meter su pulcra imagen en esta historia de manos sucias, la película gana glamour sin perder riesgo.

Película singular

El Panorama, la preciosa, inimitable plataforma del cine marginal de la Berlinale, que es con mucho lo mejor de este festival, fue inaugurada ayer por una película española titulada Asfalto, dirigida por Daniel Calparsoro.

Es una película curiosa, singular. Su estructura es titubeante, su armazón endeble, como si fuera un castillo de naipes expuesto a que con un soplo se venga abajo; pero, pese a todo lo que tiene de obra defectuosa, funciona, convence.

El trío protagonista, compuesto por Najwa Nimri, Juan Diego Botto y Gustavo Salmerón, borda, con ingenio y desparpajo, su trabajo, y logra dar soltura y vigor a la imagen, en la que Calparsoro se ha olvidado de amaneramientos y esta vez ha ido al grano con rectitud y eficacia. Buen comienzo para la abundante participación del cine español en el Panorama, del que puede salir, como otros años, un inesperado éxito internacional. Obras del alcance de Vacas, de Julio Medem; La ley del deseo, de Pedro Almodóvar, y, el año pasado, Solas, de Benito Zambrano, encontraron en el Panorama la pista de despegue de un itinerario esplendoroso. Este año puede volver a ocurrir otro tanto.

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