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Entrevista:

RODRIGO BAGGIO Fundador del Comité para la Democratización de la Informática "Dejé todo para enseñar a los jóvenes de las favelas a utilizar el ordenador"

Juan Arias

A Rodrigo Baggio le llaman el Bill Gates de las favelas. En 1995, cuando tenía 25 años, fundó en Brasil el Comité para la Democratización de la Informática (CDI), con la finalidad de "mejorar el futuro de quien no tiene presente" y de "salvar los sueños de los jóvenes más desposeídos". Era profesor de informática y concibió el proyecto de alfabetizar digitalmente a los jóvenes de las favelas de Brasil. En 1999, Baggio fue seleccionado por el Common Futures Forum como líder en trabajos sociales y educativos. La revista Time le colocó en la lista de los 50 líderes del tercer milenio y la CNN le escogió con otros 20 jóvenes para un reportaje sobre el nuevo siglo. EL PAÍS le entrevistó en Río de Janeiro mientras visitaba una de las 86 favelas donde ha creado escuelas de informática para los más pobres.P. La revista que usted publica en varias lenguas se llama Del sueño a la realidad. ¿Cómo consiguió que lo que era sólo un sueño a sus 25 años hoy sea una realidad tangible?

R. Lo cierto es que todo nació de un sueño de verdad. Yo había trabajado muy joven en un movimiento de voluntariado con gente muy pobre. Después me hice consultor de informática para grandes empresas. Ganaba bastante, tenía casa propia y coche, todo un lujo para un joven brasileño. Pero una noche tuve un sueño muy vívido: vi cómo unos jóvenes muy pobres de las favelas trabajaban con entusiasmo alrededor de un ordenador. Me desperté y aquel día no pude trabajar. El sueño me perseguía. Y dejé todo para que el sueño se pudiera convertir en realidad.

P. Cosa que no le fue fácil.

R. Para nada. Fue muy duro al principio. Llamaba a las puertas de las empresas y les pedía ordenadores viejos para crear escuelas de informática en las favelas y nadie me respondía. No conseguía atravesar el filtro de las secretarias. Pero no cejé en mi sueño.

P. ¿Cuáles son las cifras de esa experiencia?

R. En cinco años han pasado 32.000 alumnos por nuestras escuelas en 86 favelas. Hemos dispuesto de un presupuesto de 200.000 dólares (34 millones de pesetas) y ya nos están pidiendo que llevemos nuestra experiencia a otros países como Filipinas, Colombia, Chile y Argentina. Y se están interesando en toda Asia y África.

P. ¿Quién les financia?

R. En primer lugar, nuestra fuerza fundamental es el voluntariado. Pero tenemos ya unos 20 técnicos de alta cualificación que nos dan su ayuda remunerada. Las ayudas nos han llegado hasta ahora en un 65% de fundaciones de Brasil y otros países; en un 27%, de empresas privadas, y en un 8%, de instituciones del Estado. Ya estamos presentes en 13 Estados de Brasil.

P. ¿No existe el peligro de que puedan ser cooptados políticamente?

R. No, porque en nuestros estatutos está muy claro que somos independientes de todos los poderes: religiosos, civiles y políticos. Ésa es nuestra fuerza. Y quienes nos ayudan controlan cada semana el uso que hacemos del dinero y del material recibido.

P. ¿Cuáles son los primeros frutos tangibles de esta alfabetización digital entre los jóvenes más pobres?

R. Puedo decirle que la mitad de los que han pasado por nuestras escuelas, que están ubicadas en las mismas favelas, ya han encontrado trabajo. Y que el deseo de todos y cada uno de los jóvenes de las favelas es saber usar la informática. Este hecho aparece reflejado en todas las encuestas. Y eso se cumple desde los niños de 5 años hasta los jóvenes de 20.

[En la escuela de la favela donde se hizo esta entrevista, una niña de cinco años aún no alfabetizada estaba ya usando el ordenador con gran desparpajo. Lo que le costaba eran los acentos. "Profesora, no me ha salido el gorrito de abuelo", comentaba desesperada mientras trataba de colocar un acento circunflejo. Y al tiempo le enseñaba a una niña mayor cómo tenía que abrir el ordenador.]

P. ¿Cómo pueden ponerse en contacto con ustedes quienes lo deseen?

R. A través de nuestra página en Internet: www.cdi.org.br. O bien a través de nuestro correo electrónico: cdi@org.br.

P. ¿No existe el peligro de que lo que ha empezado como un sueño para los jóvenes más desamparados y con más dificultades para encontrar trabajo pueda acabar siendo un aprendizaje tambien pata los hijos de los ricos? Así pasó con la iniciativa de algunas órdenes religiosas para alfabetizar a los niños sin recursos y acabaron creando colegios para ricos.

R. No creo. Mi sueño era muy claro: el ordenador para los pobres, para evitar que empiecen a padecer un nuevo tipo de discriminación social. Ya puede observarse que se están formando nuevas barreras de clase entre los que tienen acceso al aprendizaje de la informática y los que no lo tienen. Hoy día, rescatar a esos jóvenes pobres es ponerles el ordenador en la mano.

P. ¿No tiene problemas con los traficantes de drogas que dominan en las favelas?

R. Alguna vez me he tenido que tirar al suelo para eludir un tiroteo entre los traficantes y la policía. Pero en general nos respetan. Digamos que existe un pacto táctico de no agresión mutua.

P. Los comités que están creando en otros países, ¿tienen todos las mismas características?

R. No, los adaptamos a las diferentes realidades.Los de los países ricos son para ayudar a nuestra idea. Por ejemplo, el de Japón se encarga de recoger ordenadores y material informático para nuetras escuelas. Ahora estamos esperando el primer barco japonés con 200 equipos completos. En otros sitios trabajamos con los jóvenes encarcelados, con los habitantes de poblados indígenas, con niños que padecen deficiencias físicas y hasta con los niños abandonados de la calle en Río de Janeiro, donde ya hemos creado la primera escuela para ellos, a la que asisten con gran entusiasmo. Eso es importante, porque les puede un día sacar de la calle para encontrar trabajo.

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