Irritación
En la carta del 22 de enero titulada ¿Amateur?, M. Carmen Ruiz muestra su irritación por que se haya permitido participar al Coro Francis Poulenc, al que pertenezco, en el Certamen de Villancicos del Ayuntamiento de Madrid. Aduce para ello su condición de coro profesional, y como prueba indica su participación en la Gala de Navidad del Teatro Real en 1998, junto a destacadas figuras españolas del canto. Tengo que admitir que en cierta forma sí somos un coro profesional; en una de las acepciones que recoge el Diccionario de la RAE, este calificativo es equivalente a "ejercer una cosa con inclinación voluntaria y continuación en ella". Sin embargo, la actividad principal de los miembros del coro, remunerada o no (también hay estudiantes y parados), no es el canto, ni tan siquiera la música, en la práctica totalidad de los casos, pero hemos optado por dedicar nuestro tiempo libre a cantar juntos y, además, con claro propósito de perfeccionamiento. Somos un grupo de 35 personas embarcadas en un proyecto musical común liderado por Blanca Anabitarte, nuestra directora. Ella sí que es una profesional en el sentido usual del término; una sólida formación en dirección coral.Un proyecto de esta naturaleza requiere de un esfuerzo notable, cierta estructura administrativa y soporte económico para llevarlo a cabo, de modo que estamos constituidos en asociación, pagamos una pequeña cuota mensual y cantamos en bodas y funerales, con lo que financiamos nuestros gastos habituales: clases de técnica vocal, partituras, etcétera; afortunadamente, el local de ensayos nos lo presta la Junta Municipal del distrito de Salamanca.
Tú sabrás, M. Carmen (pareces al tanto del mundillo coral), que a un coro le resulta muy difícil conseguir ayudas económicas, máxime cuando no está adscrito a ninguna institución o agrupación religiosa. ¡No hay muchos coros con el apoyo económico del Orfeón Donostiarra!, que, por cierto, es amateur. El caso es que nuestro coro ha sido recompensado en diversas ocasiones: varios premios en certámenes corales, algunas ayudas oficiales para proyectos específicos de recuperación musical, con la grabación de la banda sonora de una serie documental y también con la invitación a participar en la aludida Gala de Navidad del Teatro Real. Las ganancias económicas, cuando las ha habido, han ido a engrosar las magras arcas de nuestra asociación, pero en la mayoría de los casos a pagar deudas previamente contraídas.
En fin, no sé muy bien por qué te ha molestado que nos dieran el segundo premio en el concurso.
Si crees que somos un grupo de profesionales de la música dispuestos a beneficiarse económicamente de un concurso amateur estás en un enorme error, y si te parece inaudito que desde el amateurismo se alcance el nivel que mostramos en la competición, no tengo inconveniente en explicarte el secreto: trabajar mucho.-
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