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Automática Un robot autónomo explora los hielos de la Antártida en busca de meteoritos

Nomad, un robot de cuatro ruedas cargado de electrónica y sensores, está preparado para inscribir su nombre en la historia de la exploración antártica. El autómata es un cazador de meteoritos diseñado para rastrear áreas del continente blanco llenas de rocas e identificar entre ellas objetos de origen extraterrestre. Nomad ha sido creado en el Instituto de Robótica de Pittsburgh (Universidad Carnegie Mellon) y ya ha encontrado su primer meteorito. Sus creadores explican que el robot tiene suficiente inteligencia para analizar la información de sus sensores y elegir las rocas extraterrestres.

De la caza de meteoritos en los hielos antárticos se ocupan hasta ahora personas con mucha experiencia para distinguir las rocas comunes y corrientes de las de origen extraterrestre. Nomad hará este trabajo. William L. Whittaker, investigador principal del proyecto, explica que los robots de exploración, ya sean espaciales o submarinos, han sido equipos teledirigidos que sencillamente transmiten la información (imágenes y datos) para que los humanos la evalúen. "Nomad hará sus propios juicios e inferencias acerca de las rocas que encuentre. Si tiene éxito se consolidará como una máquina con comportamiento inteligente", dice Whittaker.El robot, de 800 kilos y el tamaño de un coche utilitario, llegó el pasado mes de diciembre a la base estadounidense de McMurdo, en la Antártida, acompañado de media docena de ingenieros y jóvenes investigadores del proyecto. Hace unos días han comenzado los primeros ensayos de campo en una zona denominada Elephant Moraine (a casi trescientos kilómetros al noroeste de la base), en la que se han encontrado más de 2.000 meteoritos en siete campañas desarrolladas en los últimos 15 años. Antes de esta prueba de fuego, se han hecho ensayos del robot en el desierto de Atacama (Chile) y en otra zona de la Antártida.

Los meteoritos (más de 20.000 se han recogido en la Antártida a lo largo de tres décadas) aparecen en determinadas zonas donde afloran por el movimiento continuo de los glaciares que sacan a la superficie rocas (incluidas las de origen extraterrestre) que han estado preservadas en el hielo durante miles de años.

Nomad lleva un generador de gasolina que, además de alimentar el sistema de propulsión, suministra electricidad a sus ordenadores, a los equipos de comunicaciones, a los instrumentos científicos y a la cámara de alta resolución. El vehículo, que puede superar obstáculos de un metro o utilizar su sistema láser para rodearlo, se desplaza a una velocidad de 30 centímetros por segundo cuando explora una zona. Tiene cuatro ruedas equipadas con neumáticos de clavos para nieve.

Dimitros Apostolopoulos, jefe del proyecto, ha explicado que Nomad irá demostrando sus capacidades en situaciones cada vez más difíciles. En la zona elegida para los ensayos hay superficies de hielo planas con algunas rocas dispersas y otras que son morrenas de glaciares con grandes concentraciones de piedras.

El robot rastrea el suelo con una cámara escaneando rocas en busca de características de meteoritos, como la forma, el color, el tamaño, el brillo y los indicios de carbonización. Cuando ve un buen candidato, se acerca para hacer un examen detallado con los instrumentos que lleva en el extremo de un brazo móvil, incluida una minicámara que observa la piedra desde diferentes ángulos. Nomad toca la roca varias veces con un espectrómetro que emite luz sobre el objeto y analiza el espectro de la luz reflejada para saber qué elementos contiene. Después utiliza un detector de metales para ver si la piedra tiene hierro, componente importante de los meteoritos.

Además, Nomad es capaz de clasificar las muestras. Si decide que una roca es un meteorito, comunica por radio a los investigadores la localización exacta del objeto calculada con el sistema de posicionamiento global por satélite (GPS). Los científicos entonces van a recoger la muestra y verificar el hallazgo. "Nomad no sólo dice si una roca es un meteorito o no, sino que debe ser capaz de decir qué tipo de roca terrestre es", comenta Apostolopoulos. El proyecto, con un coste de casi seiscientos millones de pesetas, está financiado por la NASA, interesada en enviar robots exploradores inteligentes a otros planetas.

© The New Tork Times

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