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LA PRECAMPAÑA DEL 12-M

El PP diluye las promesas en su programa electoral para que Aznar las concrete durante la campaña

Javier Casqueiro

Javier Arenas, secretario general, y Mariano Rajoy, ministro de Educación y Cultura y jefe de la campaña de José María Aznar, han advertido a dirigentes del PP de que no se asusten ante la falta de concreción de su programa electoral, que aún está en su última fase de corrección. Rajoy ha querido diluir tanto su contenido como el perfil a ofrecer en este periodo, con el objetivo de que sea el propio Aznar quien defina las promesas durante la campaña, obligando al PSOE a replicarlas. Según esta estrategia, el PP llevaría la iniciativa y no estaría a la defensiva, respondiendo a las acusaciones de los socialistas, como las de beneficiar con las privatizaciones de empresas publicas a sus amigos.

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Mariano Rajoy y Javier Arenas ya han mantenido encuentros reservados con dirigentes territoriales del PP para explicarles el diseño de la campaña que se ha preparado a José María Aznar. Ambos han aprovechado para reclamarles que movilicen al máximo a sus bases, alcaldes y presidentes autonómicos para que no suceda como en los comicios municipales, autonómicos y europeos del 13 de junio de 1999, cuando se detectaron muchos fallos organizativos.El presidente del PP madrileño, Pío García Escudero, coordinador de Organización, realizó una sincera y autocrítica llamada de atención en este sentido durante la pasada cena de Navidad ante más de 3.000 militantes. Fue entonces cuando demandó que todos los cargos y simpatizantes se convirtieran en agentes electorales.

El caso de Madrid es llamativo porque esta comunidad, clave por el número de diputados en disputa, fue una de las pocas en las que los populares no pudieron cubrir con sus apoderados e interventores todas las mesas electorales ese 13-J.

Falta de movilización

El propio Aznar observó de nuevo esa falta de movilización durante su primer mitin de la precampaña, en Melilla, donde apenas congregó a 1.000 militantes en un pabellón apto para 4.000.

El presidente del Gobierno, algo enojado, comentó entonces a sus colaboradores que había que tomar nota de ese pinchazo. Incluso valoró que podía servir de aviso para no volver a caer en la imprevisión.

Para empezar, el PP ha dibujado una campaña con Aznar en locales más pequeños de los habituales. Los populares quieren ofrecer una imagen más acogedora que la de los grandes espacios y temen que esos recintos no se llenen en invierno.

En cualquier caso, lo que más preocupa a Rajoy es que el PSOE consiga de nuevo lo que en el PP se asume que logró en los comicios europeos con el escándalo del lino; es decir, llevar la iniciativa y que su candidato, en aquel caso Loyola de Palacio, apareciese siempre a remolque de las críticas. Y eso es lo que el PP prevé que el PSOE intente repetir ahora con las opciones sobre acciones de Telefónica, la compañía presidida por Juan Villalonga, amigo de Aznar desde la infancia.

Además, los populares temen el hecho de que los socialistas siempre recortan al final un buen trecho de la ventaja que las encuestas les conceden. Una diferencia que gira hoy en torno a los cinco puntos.

Para contrarrestar todos esos riesgos, Rajoy quiere que sea Aznar, como presidente del Gobierno en ejercicio, el que marque la pauta de las discusiones diarias en la campaña.

El programa electoral con el que concurrirá a su reelección para La Monclia, prácticamente terminado y en su proceso de corrección final para poder presentarlo el 7 de febrero, tiene un contenido que Rajoy ha calificado de ambiguo, aunque sostiene que es así de inconcreto de forma premeditada.

Por ejemplo, el PP no detallará en el mismo hasta dónde pretende rebajar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), una de sus promesas estrellas de la anterior campaña. Entonces se precisó que la rebaja progresiva del IRPF, algo que ahora también se enunciará, debería situar el tipo marginal máximo aplicable en el 40%. En 1996 estaba en el 56% y, de momento, se ha dejado en el 48%.

Ese tipo de inconcreciones se observará en muchas facetas y áreas del programa, desde la no precisión de qué tipo de jurado se prefiere hasta las propuestas generales sobre la política antiterrorista, social o laboral.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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