Dos muertes violentas con un trato muy desigual
El día 23 de enero de 2000, dos días después de la muerte violenta de dos personas, una a manos de ETA mediante un coche bomba y la otra por un disparo en la espalda a la altura del corazón efectuado por un policía nacional, he llegado a la conclusión de que nuestra sociedad (administraciones, medios de comunicación, ciudadanos en general, etcétera) está llegando al límite de la insolidaridad e insensibilidad con los más débiles.Está muy bien que todo el mundo se vuelque en denunciar el asesinato del teniente coronel, que el presidente del Gobierno y demás autoridades arropen y apoyen a su familia, pero lo que no es de recibo es que la familia del joven, de 25 años, se entere de su muerte a las 18.30, es decir, ocho horas más tarde del "tiro mortal por la espalda"; lo que no tiene explicación en una democracia es que la versión oficial nos diga "que el policía estaba nervioso, se tropezó y se le disparó la pistola", porque entre esta versión y la de antes de la instauración de la democracia no existe diferencia aparente.
Pero lo que realmente me preocupa de las consecuencias de estas dos muertes violentas es que la del
joven desgraciado no le importa a nadie, exceptuando a sus familiares y amigos. Me gustaría saber dónde están las miles de manos blancas para denunciar su muerte y que el autor de la misma ya está en la calle porque se ha considerado que ha existido proporcionalidad directa entre el riesgo del agente (el muchacho estaba completamente desarmado) y los medios que ha utilizado (la pistola) en defensa propia y para apoyar en su soledad y pena a esta familia.- . Madrid.
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