El aborto se coloca en el centro del debate electoral en Estados Unidos
El debate sobre el aborto centró los dos debates televisivos que sostuvieron en la madrugada española de ayer los candidatos demócratas y republicanos a la presidencia de Estados Unidos. En el campo demócrata, el exsenador Bill Bradley acusó con dureza al actual vicepresidente, Al Gore, de no defender con suficiente vigor el derecho constitucional a la interrupción voluntaria del embarazo.
Lo contrario ocurrió en el campo republicano: los muy conservadores Steve Forbes, Alan Keyes y Gary Bauer denunciaron que George Bush se niega a prometer que luchará desde la Casa Blanca a favor de la penalización del aborto. Los dos debates se celebraron en Manchester, en el Estado de New Hampshire, donde se celebrarán el martes las primeras elecciones primarias del ciclo presidencial. Fueron los últimos cara a cara televisados de los candidatos antes de estos comicios, mucho más trascendentes que los caucuses o asambleas populares desarrolladas en Iowa a comienzos de esta semana. Los contundentes ganadores de los caucuses de Iowa, el demócrata Gore y el republicano Bush, se enfrentan en New Hampshire a la posibilidad de ser derrotados por sus correligionarios Bradley y John McCain.
Ante la espectacular recuperación de tono de la campaña de Gore, que obtuvo en Iowa el 63% de los votos demócratas, Bradley, que arrancó el 35%, abandonó su estilo poco polémico y propinó feroces golpes al vicepresidente. Le comparó a Richard Nixon, modelo por excelencia de político tramposo, y le acusó de ambigüedad y oportunismo en el espinoso asunto del derecho al aborto proclamado en 1973 por la famosa sentencia "Roe versus Wade" del Tribunal Supremo de EE UU.
"¿Por qué debemos suponer que usted dirá la verdad como presidente cuando ni siquiera la dice como candidato?", soltó Bradley, que hace de su honestidad una de las banderas de su campaña. Cuando Gore replicó que ése era un ataque personal, Bradley , siempre a la ofensiva, disparó: "Cuando usted me acusa de hacer una campaña negativa, me acuerdo de Richard Nixon, el político que podía cortar un árbol y luego subirse al tronco y hacer un discurso sobre la conservación de la naturaleza". Bradley afirmó que, como miembro del Congreso, Gore votó a favor de restringir el derecho al aborto y que luego, como vicepresidente, ha nadado siempre en la ambigüedad. "Siempre he apoyado el derecho de las mujeres a escoger", contestó Gore con indignación. "Eso no es verdad", apostilló Bradley.
El vicepresidente contraatacó denunciando que, como senador, Bradley votó en los años ochenta a favor de los recortes presupuestarios perjudiciales para los pobres propuestos por Ronald Reagan. "No comprendo", dijo Gore, "cómo puede usted votar como Reagan y hacer campaña como Robert Kennedy".
Caer en la trampa
Una pasión semejante dominó el debate republicano. Bush, el ganador de Iowa, fue sometido al fuego graneado de Forbes, Keyes y Bauer, sus tres rivales republicanos más conservadores, por negarse a caer en la trampa de prometer que su Casa Blanca trabajaría a favor de la penalización del aborto. Bush obtuvo en Iowa el 41% de los sufragios republicanos, pero el editor Forbes, gracias al mucho dinero personal invertido, obtuvo el segundo lugar, con un excelente 30%. La tercera plaza, y ésa fue la gran sorpresa, la obtuvo, con el 14%, Alan Keyes, un afroamericano muy de derechas que hace campaña política como un predicador religioso.
En el último debate televisado en New Hampshire, Bush afirmó que el Partido Republicano "debe ser lo suficientemente grande como para dar la bienvenida a posiciones diferentes sobre el aborto". Y reiteró su argumento de que, aunque condena personalmente el aborto y apoya la plataforma del partido que pide su ilegalización, no utilizará la presidencia para imponer sus puntos de vista en esta materia. "Creo que es importante que el próximo presidente reconozca que la gente de bien puede estar en desacuerdo en este asunto", dijo Bush.
McCain, senador y ex preso de guerra en Vietnam, sigue constituyendo la principal amenaza para Bush en New Hampshire, pese a su mal resultado en Iowa, donde llegó en quinta posición en el campo republicano, con el 5%.
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