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Haro Tecglen narra la crónica de una ciudad sitiada en 'Arde Madrid'

El periodista cree que de la guerra civil salió una nueva clase política

Amelia Castilla

Eduardo Haro Tecglen (Pozuelo de Alarcón, Madrid, 1924) no recuerda si el 7 de noviembre de 1936 amaneció brumoso, pero tiene claro que se apagaron las luces y que aquella oscuridad fue el inicio del asedio a Madrid. Tres años después, el quinceañero Haro comprendió que la capital había caído cuando escuchó la voz de su madre: "Ya están aquí". El periodista resume todos sus recuerdos en Arde Madrid (Temas de Hoy).

Haro Tecglen, que anunció su propósito de presentar un relato lo más objetivo posible sobre el asedio, presentó ayer su nuevo trabajo sobre el Madrid republicano muy cerca de la Cibeles, un monumento emblemático de la capital que en los tres años que duró el asedio a la ciudad se cubrió con una obra de mampostería. "Los madrileños la llamaban la linda tapada", recordó el escritor y crítico teatral. Haro rememoró también cómo muchos bares y teatros modificaban sus nombres según el momento político que se vivía. Así, el teatro Reina Victoria fue sólo Victoria durante la guerra, y la bodega El Anciano Rey de los Vinos perdió su reinado también en esos años. "Cuando entraron los nacionales, el dueño del bar volvió a lucir el nombre antiguo y el local fue arrasado por los falangistas, que no querían saber nada de la monarquía", apuntó.El escritor, que conserva una nítida memoria de los años del cerco por las tropas franquistas, ha mezclado recuerdos personales con testimonios orales, documentos históricos, opiniones de personas opuestas a su ideología y biografías de los personajes centrales del drama. La mayor parte de los documentos usados para la elaboración de Arde Madrid procede de sus archivos personales, e incluyen fragmentos de los primeros discursos de Franco, que el periodista recogió durante su estancia en Marruecos con ocasión del servicio militar, el relato inédito del consejo de guerra contra el poeta Miguel Hernández o las proclamas que el Generalísimo lanzaba sobre el Madrid sitiado.

El libro, en cuya portada se reproduce un fotograma de la película Morir en Madrid, en el que se ve en primer plano a una mujer corriendo con un niño en brazos en busca de refugio, incluye numerosas anécdotas sobre la vida cotidiana en la ciudad en esos días de asedio. Haro cuenta, por ejemplo, cómo la chica que servía en su casa -"La recuerdo alta, guapísima y carnal"- se presentó una mañana y le dijo a su madre: "Señora, con su permiso, me voy al frente. Haré lo posible por venir esta noche a servir la cena".

Al margen de los recuerdos, el escritor aseguró ayer que tras la guerra civil se creó una nueva clase política -"Hasta el PSOE arrinconó a los antiguos dirigentes"- que ha prolongado su herencia a ciertos puestos de gobierno y de la que son fieles exponentes Arias-Salgado, Manuel Fraga o Ruiz-Gallardón, entre otros políticos.

En opinión de este cronista, la guerra civil no ha sido estudiada del todo. Haro cree que faltan muchos y valiosos documentos por explorar, algunos de los cuales se encuentran en poder de la Iglesia o en el archivo sobre la contienda que se guarda en Salamanca.

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