Unos 7.000 docentes interinos se manifiestan por un trabajo estable y piden oposiciones ventajosas

Unos 7.000 profesores interinos se manifestaron ayer por las calles más céntricas de Sevilla con pancartas en las que se pedía trabajo estable para este colectivo al que pertenecen alrededor de 15.000 personas en Andalucía y que supone el 20% del profesorado, según los cálculos de los sindicatos, que ayer aseguraban que el seguimiento de la huelga fue del 90%. Los interinos quieren además que sus salarios se equiparen al del resto de sus colegas y que se congelen las oposiciones que Educación ha sacado en su oferta pública de empleo para cubrir 2.800 plazas docentes en los institutos.

El problema de los interinos no es exclusivo de Andalucía pero los que trabajan aquí son alrededor del 25% de los afectados en todo el país. Las protestas de estos profesores, que no tienen plaza fija y que, en muchos casos, cambian de centro cada año, ya son antiguas. Pero han sido las oposiciones presentadas por la Consejería de Educación lo que les ha hecho salir a la calle en masa. UGT calcula que alrededor del 50% de estos profesores lleva más de cinco años trabajando en los centros docentes y un 10% aproximadamente ha dedicado ya a la enseñanza 10 o más años de vida sin una plaza fija.Si ahora se convocan estas oposiciones, ellos, que no las pueden preparar porque trabajan a diario y muchos de ellos se ocupan de familias ya formadas, se quedarían en la calle porque sus plazas las ocuparían los que aprobaran las oposiciones.

La solución no es fácil porque también los licenciados que han estado preparando exámenes se quejan de que los interinos consigan de una forma más sencilla los puestos para los que ellos han dedicado años de estudio. Pero este colectivo argumenta que sus años de experiencia laboral deben reconocerse como méritos en un concurso de oposición, con lo que partirían con ventaja sobre los que nunca han trabajado en colegios e institutos.

¿Qué hacer? Para no enfrentar al opositor y al interino, los sindicatos empiezan por culpar de la situación a quien ha consentido que la bolsa de puestos de trabajo inestables se haya hinchado de esta manera. Si no hubiera un 20% de interinos no importaría tanto que jugaran con cierta y, como ellos dicen, merecida ventaja, en unas oposiciones. Pero favorecer a todo el colectivo dando puntos a sus años de trabajo sería taponar la salida profesional de muchos opositores.

Desde CC OO se propone analizar con minuciosidad las necesidades de plantilla de los centros y sacar a concurso, por un lado las plazas de incremento de plantilla, o sea, los nuevos puestos de trabajo que sean necesarios. Y por otra parte, modificar el sistema de acceso a la función pública para que se reconozcan los méritos de la interinidad. Si este sistema cambia, habría, dicen, que sacar muchas más plazas, para que entraran cuantos más docentes mejor. Pero, por ahora, hay 2.800 plazas y todos parten de la misma meta.

Seis sindicatos firmaron la convocatoria de huelga que ayer secundaron, según cálculos de la Administración, un 49% de los afectados, pero no todas las centrales estuvieron presentes en la manifestación. Faltaron, o al menos su presencia no fue masiva, ANPE y CSIF. Y se hicieron ver con fuerza Ustea, CC OO, UGT y CGT. ANPE y CC OO firmaron en 1993 un acuerdo sobre interinos que no han roto aún, pero ayer consideraron que debían manifestarse porque quieren "mejorar aquel pacto". Así lo explicó José Campos, secretario general de Comisiones en la enseñanza, quien abogó porque se recupere aquel acuerdo en el que se valoraba la experiencia docente de los interinos a la hora de opositar. CC OO reparte las culpas de esta situación al 50%. La mitad, para el ministro de Educación, Mariano Rajoy, en lo que se refiere al aspecto retributivo y al sistema de acceso a la función pública; y al consejero andaluz, Manuel Pezzi, por no mejorar las condiciones laborales del colectivo, en gran inestabilidad.

En la manifestación de ayer había profesores con más de 15 años de trabajo y cerca de 20 colegios en su currículo. Muchos de ellos tienen hijos y se ven obligados a trasladar a las familias de pueblo en pueblo cada año o a pasar media jornada de viaje.