El Papa pide perdón por la división de los cristianos ante 22 líderes religiosos reunidos en el Vaticano
Juan Pablo II abrió ayer la antigua puerta bizantina de la basílica de San Pablo rodeado de líderes de 22 iglesias cristianas, en un acto definido por el Vaticano como el encuentro ecuménico más importante de la historia tras el Concilio Vaticano II. El Papa, en buena forma física, dejó transparentar su alegría porque el año jubilar va concretando las ambiciones ecuménicas del actual pontificado. Ayer, además de volver a pedir perdón por los errores del pasado, repitió varias veces la palabra unidad. "Que el 2000 vea a los cristiano, si no reconciliados, al menos más cerca", es el gran sueño de Juan Pablo II, que abrió la cuarta puerta jubilar de la Ciudad Eterna junto al primado anglicano de Canterbury, George Carey, y del metropolita Athanasios, enviado por Bartolomeo I, el patriarca de Constantinopla.
Representantes de 22 iglesias cristianas dieron una relevancia extraordinaria al acto ecuménico de ayer. Era la primera vez que un papa abría una puerta santa ayudado por líderes de otras confesiones. Más tarde, Juan Pablo II se arrodilló en oración y, en un gesto no previsto por el protocolo, lo imitaron sus dos acompañantes.
Juan Pablo II dio así inicio a la 33ª Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Después de reconocer que hay responsabilidades por la división, el Papa dijo: "En esta basílica, pedimos perdón a Cristo por todo aquello que en la historia del cristianismo perjudicó su indicación de unidad. Pido a Dios que sostenga nuestros pasos y haga duraderos los progresos ya realizados en esta línea".
Fue una colorida ceremonia, en la que representantes de las más diversas iglesias cristianas participaron con sus hábitos típicos y con sus bastones de ébano o marfil. El rito de ayer no fue una misa, ya que la celebración común de la eucaristía todavía no es posible entre las diversas iglesias cristianas.
A la ceremonia acudieron representantes de 22 confesiones, pero faltaron la Alianza Reformada Mundial, que mantiene su controversia con la Iglesia católica por las indulgencias, y la Iglesia Valdese italiana.
En este encuentro en San Pablo Extramuros, considerado el momento ecuménico más importante de este año jubilar, se leyeron en varios idiomas textos bíblicos y de dos eminentes representantes del mundo ortodoxo y protestante ya fallecidos: el sacerdote ruso ortodoxo Georgij Florovskj y el pastor y teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, que fue ajusticiado por los nazis en abril de 1945. Participaron también un ortodoxo, un precalcedonio y uno de la reforma protestante.
Terminada la ceremonia, el Vaticano ofreció a sus huéspedes un almuerzo con este menú: entremeses de langosta, arroz con alcachofas y mariscos, faisán, postre con fruta y café.
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