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ELECCIONES EN CHILE

Los partidarios de la Concertación celebran su triunfo en las alamedas

La fiesta de los partidarios de Ricardo Lagos se extendió sin desmanes hasta bien avanzada la madrugada en todo Chile. Ríos humanos convergieron en la plaza de la Constitución, frente al palacio de La Moneda, sede de la presidencia chilena. Una masa alegre copó la avenida de la Alameda, la principal arteria de Santiago, aquella por la que Salvador Allende dijo en su último discurso que pasaría el hombre libre, y llegó a todos los barrios y plazas de las principales ciudades.Fue una alegría colectiva sólo comparable a la del triunfo del no el 5 de octubre de 1988, en el plebiscito con el que el general Augusto Pinochet quiso perpetuarse en el poder, o a la victoria electoral de Allende, el 4 de septiembre de 1970.

Espontáneamente, sin festejos preparados, decenas de miles de personas salieron a celebrar en las calles el triunfo de Lagos, el primer socialista que llega a la presidencia chilena desde Allende. Caravanas de automóviles colapsaron el tránsito de la capital, con conductores tocando rítmicamente las bocinas. A su paso, familias completas salían de sus viviendas agitando banderas en casi todas las calles y saludando al cortejo de manifestantes.

Muchas familias se echaron a las calles y plazas para festejar la victoria del candidato de la Concertación, algunas de ellas tomadas de las manos, mientras grupos de ciudadanos brindaban con cerveza.

Frente a la sede central de la Democracia Cristiana, en un escenario instalado sobre un camión, un grupo tocaba música: salsa y cumbias para los cientos de personas que bailaban en la avenida de la Alameda, donde el tránsito de vehículos había sido cortado.

Fiesta en los barrios altos

Hubo celebraciones hasta en el corazón de los barrios altos santiaguinos, como en la avenida de Apoquindo, un centro neurálgico de la derecha y donde viven los chilenos con mayores ingresos. Dos eran las consignas más coreadas por los grupos que marchaban por diferentes calles: "¡Lavín, entiende, el pueblo no se vende!", y "¡Lagos, amigo, el pueblo está contigo!".

En los barrios populares, donde más creció el voto de Lagos en la segunda vuelta, la celebración se produjo en las calles, con abrazos, bailes, asados y banderas chilenas.

Algunos cohetes y fuegos artificiales iluminaban de vez en cuando la cálida noche, a pesar de que los seguidores de Lagos no habían preparado ninguna celebración. Quienes sí estaban listos, sin embrago, eran los partidarios de Lavín. Uno de ellos, que se quedó con el champaña sin descorchar, arrojó una bomba de gases lacrimógenos a los laguistas que celebraban los resultados electorales en la céntrica plaza de Italia. Fue detenido poco después por la policía.

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