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Tribuna:Internet y la libertad
Tribuna
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Más libre sin la red

Las comunicaciones modernas empezaron cuando Moisés recibió vía Internet los Diez Mandamientos de Dios. Y el verbo, y el poder otorgado al verbo, empezó a sustituir a los dioses paganos que danzaban alrededor y que se comunicaban a través de soles, fuegos y otras rarezas y carecían de un concepto de la historia y de la narración. Después de la crucifixión de Cristo vinieron los evangelios. La narrativa se volvió entonces más sutil: se añadió la fe, fe a través del sufrimiento y la redención. Y Dios se apareció en la Tierra, en la persona de su hijo. El comunicador se había vuelto visible. En el primer milenio, la gente creyó que el mundo se aproximaba a su fin. Florecieron todo tipo de ideas descabelladas. Puede que el segundo milenio sea recordado más tarde como una época en que la gente pensaba que el nuevo Dios, o el nuevo Satán, era un ordenador; intentaron apaciguar su ira, su capacidad para destruir el universo, haciendo acopio de jarras de plástico con agua y de dinero en efectivo. Cuando caía la noche, la gente le rezaba lanzando al cielo luces brillantes y bebiendo y bailando. Luego llegaron los nuevos dioses (America Online), como los tres reyes magos, en la primera parte de enero, y trajeron regalos (166.000 millones de dólares para Ed Turner en una fusión más bien espeluznante con su empresa, la Time Warner)."Y el tío", bromeaba un periodista neoyorquino, refiriéndose a la foto de Steven Case y Gerald Kevin anunciando la mayor fusión de la historia, "ni siquiera se molesta en ponerse una corbata". Entretanto, los 166.000 millones de dólares no impidieron que Jane Fonda se aburriera (tenía más poder cuando era actriz) y dejara a Ed Turner. Es de suponer que los papeles legales de esa separación estuvieran convenientemente en marcha antes de la gigantesca fusión.

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Abre nuevas oportunidades

Por un lado, la tecnología moderna tiene importantes aspectos democráticos; el acceso a la información es auténtico poder. Por otro lado, la forma y el poder globales de las empresas de Internet es impresionante. De momento, son propiedad de Estados Unidos. Pero Estados Unidos y Europa tienen que trabajar juntos de manera pacífica; es destructivo para ambos que Estados Unidos controle una participación demasiado amplia en la economía europea. (También pienso que es una locura que la prensa y las editoriales de Estados Unidos sean propiedad de los alemanes y los británicos). No creo en una Internet global liberalizada. Hemos olvidado que la propaganda (en concreto, de la forma en que fue utilizada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial) fue un arma de guerra crucial, tan vital como los cañones y los aviones. No se puede tener un sistema inmenso de comunicaciones que no tenga que responder ante ningún país, ante ninguna ley.

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¿Y hasta qué punto me parece liberalizadora la Internet, a mí que siempre he sido una persona que ha sentido interés por la tecnología moderna? Pues así, así. Las páginas de Internet son una inmensa guía telefónica con las mercancías expuestas de forma indiscriminada. La mayoría es basura. Juguetes. Centros comerciales. Chat rooms (tertulias), sexo, pornografía, y formas de conocer a gente. Como fuente de información es desigual. Yo la uso para encontrar una revista o un artículo concretos, pero debo hacer una triste confesión: reconozco su tremenda importancia, pero me siento más libre sin ella.

Mi ayudante se encarga del correo electrónico y mis dos páginas de Internet, y pone los números de teléfono en mi Palm Pilot (útil cuando viajo a España). Pero soy adicta al sonido de la voz humana, y a la velocidad del teléfono. En lo que a la investigación concierne, pago 90 dólares al año por pertenecer a la Society Library de Nueva York, que está a cinco minutos de mi casa. Les llamo y les digo que dejen en el mostrador principal diez libros sobre cualquier tema que se me ocurra. Y en diez minutos los tengo en mi habitación. Los esparzo sobre la cama y empiezo a leerlos rápidamente (los índices primero). Bueno, vale, qué le voy a hacer si soy hija del siglo XX.

Pies]

Barbara Probst Solomon es escritora y periodista estadounidense.

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