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EL "CASO PINOCHET"

El presidente chileno desconfía del Gobierno español por sus frecuentes "incumplimientos"

Antonio Caño

El presidente chileno, Eduardo Frei, ha hecho pública su desconfianza con el Gobierno español y, aunque aseguró que espera que España cumpla con la palabra que le ha dado a Chile de no apelar contra la decisión del ministro del Interior británico, Jack Straw, de liberar a Augusto Pinochet, recordó que "ha habido muchas ocasiones" en las que las autoridades españolas "no han cumplido". El Gobierno chileno considera, no obstante, que la actuación del juez Garzón, cuente o no con la tramitación del Gobierno español, sólo puede retrasar el regreso del exdictador a Chile, pero no impedirlo.

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El presidente Frei recordó, en una entrevista en televisión el jueves, que las autoridades españolas le han asegurado que no tienen intención de oponerse a la decisión de Straw, pero admitió que mantiene un cierto grado de incertidumbre que sólo se resolverá cuando Pinochet esté finalmente en Chile. "Las declaraciones del Gobierno español y de su canciller en los últimos días han sido clarísimas. Espero que en esta oportunidad sí cumplan. En el último año ha habido muchas ocasiones en las que no han cumplido".Una alta fuente del Gobierno chileno aseguraba que, al menos hasta la tarde del jueves, Frei no había hablado telefónicamente con José María Aznar. El único contacto directo entre los dos Gobiernos es el que ha tenido el ministro de Exteriores chileno, Juan Gabriel Valdés, con Abel Matutes. Aunque una conversación de más alto nivel fue recomendada por algún funcionario para recibir mayores garantías sobre la posición española, ni Frei ni Aznar habían tomado hasta ayer la iniciativa.

"Las relaciones personales entre ambos quedaron muy dañadas por culpa del caso Pinochet", reconoció ayer un alto funcionario. Frei se queja por la falta de información y de comprensión por parte de Aznar. Esto le ha hecho mantener una profunda desconfianza hacia éste. "La verdad es que nunca ha habido buena química entre ambos", admitía la fuente citada.

En la misma entrevista, Frei recordó que, a lo largo de los 15 meses de detención de Pinochet en Londres, había que resistir fuertes presiones de la oposición derechista para romper relaciones diplomáticas con España. "El Gobierno ha mantenido una línea clara, una línea prudente, hemos conducido esto como política de Estado".

El presidente confía en que, a pesar de todos los trámites que faltan por cumplir, pueda concluir su mandato en marzo habiendo cumplido con su promesa de traer al exdictador de vuelta a Chile. Las consecuencias de ese regreso tendrán ya que ser lidiadas por su sucesor, que será elegido mañana entre el candidato de la coalición gubernamental de centroizquierda, Ricardo Lagos, y el de la oposición de derecha, Joaquín Lavín. Aunque el Gobierno recibió ayer una encuesta en la que se da la victoria a Lagos, el margen de triunfo es tan estrecho (menos del 1%) y tan inferior al margen de error (3%), que cualquier pronóstico es en este momento una osadía.

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La diferencia entre ambos candidatos en la primera vuelta, el pasado 12 de diciembre, fue tan sólo de 30.000 votos, menos del 0,50%, por lo que la actitud del cerca del millón de chilenos que se abstuvieron y de los 300.000 que votaron por otros partidos (la mayoría de ellos más próximos a la izquierda) puede resultar decisiva.

Al margen de pequeños retoques cosméticos en ambas candidaturas, lo cierto es que no ha ocurrido desde la primera vuelta ningún cambio que permita anticipar una variación en el comportamiento de los votantes. El único hecho relevante desde aquella fecha ha sido, por supuesto, el anuncio de la liberación de Pinochet, pero éste ha llegado demasiado tarde como para que puedan anticiparse consecuencias electorales. En todo caso, ambos candidatos han aprovechado la decisión de Straw para acercarse a los votantes del centro; Lagos, resaltando el éxito del Gobierno en la defensa de la soberanía nacional; y Lavín, aceptando que Pinochet pueda ser juzgado en Chile. Ambos pueden perder, al mismo tiempo, votos a su izquierda y a su derecha, respectivamente, por culpa de la sorprendente irrupción en la campaña del caso Pinochet.

Respeto a las urnas

En sus discursos de cierre de campaña, ni Lagos ni Lavín se refirieron el jueves al general Pinochet. Ambos aludieron únicamente a los asuntos que creen que más interesan a los chilenos. Lagos vaticinó un crecimiento económico superior al 6%, prometió la creación de 200.000 puestos de trabajo y anunció la instauración de un seguro de desempleo. Lavín insistió en las sospechas sobre posibles irregularidades durante la jornada electoral y llamó a todos a respetar el resultado de las urnas.

Pese a las novedades respecto al caso Pinochet y a la ajusta contienda electoral, la campaña ha terminado sin incidentes destacables. La polarización es muy fuerte, pero las caravanas de Lagos y las de Lavín se cruzaban en la noche del jueves por las calles de Santiago sin intercambiar más que bocinazos y algún gesto obsceno. El mayor riesgo para este proceso, que por lo demás consolida la normalización política de Chile, se presentará en la misma noche del domingo si los resultados son tan apretados que impiden la proclamación de un vencedor ese mismo día. La igualdad es tal que el resultado puede acabar dependiendo de los votos impugnados, que tendrán que ser resueltos por el tribunal electoral.

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