"Los discos no hacen justicia a las voces", afirma el bajo Burchuladze

La torrencial voz del bajo georgiano Paata Burchuladze (Tbilisi, 1955) es de las que dejan profunda huella. Su canto no engaña a nadie: la naturaleza fue generosa dándole una de las voces más suntuosas y espectaculares del planeta operístico y sabe que, nada más abrir la boca, el impacto que causa en el público es demoledor. Regresa al teatro del Liceo de Barcelona esta noche con un recital de canciones rusas, y a partir del 10 de febrero mostrará su imponente presencia escénica en el Don Carlo verdiano. "No hay nada mejor que cantar en un teatro", asegura Burchuladze. "Las voces pequeñas convencen más en disco, pero los micrófonos no hacen justicia a las voces grandes".Acompañado por la pianista ucrania Ludmila Ivanova, Burchuladze ofrece un programa integrado por 14 canciones de Rachmáninov y el más sobrecogedor ciclo de Mussorgski, las Canciones y danzas de la muerte. "Mussorgski es uno de los mayores genios de la historia de la música y, como Verdi, amaba profundamente la voz de bajo. En Verdi te gana la melodía, que puede cambiar el sentido de las palabras, pero en Mussorgski sucede al revés, es la palabra la que determina la intensidad musical y dramática", asegura.

Desde que saltó a la escena internacional, con sólo 29 años, Burchuladze se mantiene en la élite operística, viajando sin cesar por todo el mundo. Domina un repertorio que incluye todos los grandes personajes del repertorio italiano y ruso, y no quiere limitar sus actuaciones a dos o tres escenarios concretos. "Nunca he querido escoger un determinado teatro para centrar mi carrera. Me gusta mucho viajar, cambiar de ciudades y actuar en muchos teatros. Cada año hago unas 70 actuaciones y no pienso disminuir el ritmo de trabajo porque cuanto más canto mejor me encuentro", afirma.

Cuando finalice sus actuaciones en Barcelona, le esperan numerosas citas verdianas, entre ellas su debú escénico en el Teatro Real de Madrid, el próximo mes de mayo, con La forza del destino, con la dirección musical de Miguel Ángel Gómez Martínez.