Fechas
JUVENAL SOTO
El observatorio de San Fernando nos ha prevenido de que será en el 2001 cuando comience el tercer milenio de la era cristiana, y, anticipándose a la prevención del observatorio gaditano, Stanley Kubrick probablemente quiso decirnos lo mismo en aquella película suya de 1968, 2001: Una odisea en el espacio. ¿De qué, si no es como apercibimiento, iba a utilizar Kubrick el guarismo 1 en esa fecha sobre la que tantas veces nos hemos hecho la misma pregunta?
O sea que el tercer milenio habrá caído justo en estos días del año próximo, según Stanley Kubrick y el observatorio de San Fernando, por más que las agencias de viajes se hayan pasado el fenecido 1999 dando la pejiguera sobre dónde concluir el milenio que continúa aún y dónde comenzar el milenio que empezará el año que viene. Tanto fiasco, sin embargo, sólo habrá afectado a los cristianos y a quienes permanecen en la órbita de su influencia; es decir, a todo el mundo, sin excepciones, pues ya me explicará alguien qué sería de quien osase contravenir a Estados Unidos aunque fuese en cuestión de fechas.
El caso es que para los judíos, los musulmanes, los budistas y demás creyentes de otras religiones distintas al cristianismo, los años van -salvo en lo referido a las relaciones comerciales- por diversas cifras que en nada se parecen al tercer milenio de la era de Cristo. Y es que cada quisque marca sus orígenes según le conviene, o según le apetezca al capitoste a cargo del tinglado en el que habita cada cual. ¿O es que no recuerda nadie aquellos años de la victoria y aquellos años triunfales y aquellos años de paz y no sé qué más carajos de almanaque con el que Francisco Franco numeraba su propia era, por más que tan irrisorio modo de medir el tiempo sólo fuese útil en la España suya y de los suyos?
Las fechas con las que cada uno intenta calcular su tiempo son, sin duda, tan frágiles como la propia anécdota en la que se cimentan. ¿Nacimiento de Cristo? ¿Nacimiento de Buda? ¿Égida de Mahoma? ¡Bagatelas para cualquiera de las tribus aún por descubrir en Papúa-Nueva Guinea! No obstante, me parece aceptable que cada menda y conjunto de mendas unidos por afinidades de la índole que sean elijan su punto de arranque y su método de medición del tiempo; precisamente por eso mismo yo ni me tomo las doce uvas ni los doce sorbitos de cava. En ocasiones, me zampo tres polvorones de Estepa y un par de copazos de Lanjarón sin gas; otras veces, mi año termina y comienzo con doce rodajas de chorizo ibérico, siete lonchas de jamón de Jabugo y seis vasos de agua gaseada de Lanjarón. Es decir, que lo de las fechas y lo de los manjares con los que las festejamos es tan baladí como para un servidor el gas, o su ausencia, en el agua de Lanjarón.
Por lo tanto, no veo el por qué del trastorno producido por la prevención del observatorio de San Fernando sobre la fecha de comienzo del tercer milenio de la era de Cristo. Y para que conste, así lo escribo; siendo el período 39 del séptimo tránsito de mi cuadragésima gripe.
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