De la pasta del Gordo
Las pelas se han esparcido, con abundancia, sobre la geografía urbana de Elche y sobre la geografía humana de Díaz Alperi, que son dos señoras geografías, y usted que las disfrute. A Elche, se las cantaron dos ángeles de San Ildefonso, con nombres de peregrinación y pascua; lo de Díaz Alperi más que un canto fue un cante: apuró por arriba la tabla de retribuciones del efecto FVMP y, con algo más de 11 millones de pesetas anuales, casi le alcanza la nómina al jefe. En Elche, los millones se repartieron a la buena de Dios. En el Ayuntamiento de Alicante, a golpe de porcentaje y jerarquía. Y de nada valió el pataleo de la oposición ni de los sindicatos municipales. Como dijo Díaz Alperi: hasta el pesebre nos lo quieren adornar con las bolas de la demagogia. Y llevaba razón. Porque al vecindario lo que le va es un baranda de relieve. Y el de Alicante, lo tiene de sobras por donde guste: mire usted, tal y como si fuera toda una antológica de BoteroLas 35 horas que no conmovieron Las Corts
Como estos son días para los hombres, y hasta puede que para las mujeres, de buena voluntad, Joan Ribó presentó una enmienda en la que se pedía la implantación de la jornada de 35 horas, pero como si nada. José Díaz, diputado popular, poseído por el espíritu de la Navidad, le replicó que ya había empleo suficiente, y agregó: No vaya a ser que sea verdad eso de que con la jornada de 35 horas se crean más puestos y haya que importar trabajadores. Argumentos así son los que valen un escaño. Y eso que aún desconocía el patinazo que se pegó su partido con la ley de extranjería. Después del chasco del portavoz de EU, el socialista Francesc Colomer denunció un séquito de altos cargos para ejercer el autobombo y la vanidad de los que mandan; pero si no más que pajes de los reyes magos. Lo que pasa es que la oposición está desconcertada con un Consell que ha hecho de la inmovilidad su filosofía doméstica. Esa misma filosofía que inspira a Jose Emilio Cervera a no darles juego a los radiólogos de la sanidad pública, y que le ha llevado a despachar de un plumazo el tema de los equipos de resonancia magnética, ¿a qué viene, pues, eso de pegarle vueltas y más vueltas?. Así es que se ha cerrado en banda, y no quiere negociación, ni diálogo, ni verlos en pintura. Entre tanto, del AVE se sigue hablando mucho, y con sus seis trazados ha llegado si no el escándalo, si la confusión, el choteo y las controversias. La Universidad de Valencia ha pasado el estudio informativo por su Instituto de Robótica y le ha dicho al Ministerio de Fomento que lo retire y que le ponga más aplicación, pero veremos a quién le toca leerse a Karel Capek, en tiempos de cava. Y luego está lo del Ivex que el juez Vicente Ríos ha aplazado la declaración de Jean Luc Legier, para enero. Y para enero tendremos mil años más y eso deja la memoria como unas bragas.
12 de marzo, San Inocencio, ¿Capullo o volátil?
El ministro portavoz del Gobierno, Josep Piqué, que tiene toda la pinta de un figurante de capa y espada, anunció ese fecha como probable para la convocatoria de las elecciones generales. Pero Zaplana que ya se lo había venteado, se apresuró a reunir a sus incondicionales y a repasarles de carrerilla las consignas. Zaplana es un político de la vieja escuela: implacable en lo que hace a los conceptos supremos de la comunidad patria, y dicharachero cuando le toca el turno a la bonanza económica y sus más inmediatos efectos. En su arenga, pidió entusiasmo -es decir, estar en Dios- a sus cruzados, y prudencia a su vicarios. Aun así, y con los vientos favorables, al PP le ha dado la tiritona. Y en el País Valenciano tienen un buen depósito de sufragios. Eso, si las izquierdas no espabilan y se dejan de filigranas, particularmente el PSPV. Diego Maciá ha hecho lo suyo y solo le han tumbado Castellón. Y aunque nadie está del todo contento, a ver si se portan de una vez. Y con mucho tiento, si no Valencians pel canvi terminarán leyéndoles la cartilla.
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