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EL JUICIO DEL 'CASO LASA-ZABALA'

Bayo afirma ahora que falsificó la grabación en la que acusaba a Galindo

El ex cabo de la Guardia Civil Felipe Bayo, acusado de ser uno de los autores del secuestro, la tortura y el asesinato de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, aseguró ayer, en el juicio, que falsificó con un ordenador la cinta grabada en la prisión de Alcalá-Meco (Madrid) el 4 de abril de 1997 y que facilitó al juzgado en agosto de ese año. En ella reconocía haber interrogado a Lasa y Zabala en el palacio de La Cumbre, de San Sebastián, por orden del entonces comandante y ahora general Enrique Rodríguez Galindo.

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En la cinta se oye a Felipe Bayo cómo anuncia al teniente coronel Ángel Vaquero y al ex gobernador de Guipúzcoa José Ramón Goñi Tirapu que no aguanta más y que va a contar la verdad al juez, así como que el general Rodríguez Galindo tiene que salir y reconocer que el secuestro de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala lo hicieron mercenarios y que él y su compañero Enrique Dorado sólo los interrogaron. De esa forma saldrían de prisión. Vaquero le contesta: "¿Tú crees que alguien se va a tragar que eso es verdad?", y añade: "Es una ingenuidad grande".Bayo, que no había querido contestar al fiscal ni a las acusaciones porque, según insistió, la depresión que padece le impide razonar con claridad, trató ayer de explicarse después de que se leyera un crispado careo que mantuvo el 12 de marzo de 1998 con Goñi Tirapu, en el que garantizaba la autenticidad e integridad de la grabación. Así, dijo: "Esa cinta está falsificada. Lo hice con un ordenador, con un programa que me lo permitía. Lo siento, no puedo explicarme, pero la manipulé para que quedara así. Había extractos de otras conversaciones. Las junté. Con los ruidos también. Aunque no soy informático, fue manipulada por mí".

Mutismo

Cuando el fiscal le instó a que precisase cuándo se produjo la manipulación de la cinta, si tenía un ordenador con un programa a propósito para ello en la prisión civil de Alcalá-Meco, si le ayudó alguien o si lo hizo solo y si contaba con conocimientos para hacerlo, Bayo volvió a refugiarse en su mutismo y su depresión, que le supone un hándicap: "Como dije ayer [el martes], es como correr mil metros con un esguince".

Tampoco pudo Bayo explicar por qué la transcripción de la grabación que aportó al juzgado no está hecha en ordenador, sino en una máquina de escribir portátil, y se aprecian en ella hasta los tachones en los errores.

En su afán por retractarse de las acusaciones que en agosto de 1997 lanzó contra sus compañeros de banquillo, Bayo manifestó ayer: "Nunca antes había estado en La Cumbre". En las declaraciones de las que ya se retractó anteayer, Bayo aseguraba que había interrogado a los etarras en ese palacio de San Sebastián por orden de Rodríguez Galindo y Vaquero y en presencia del entonces gobernador, Julen Elgorriaga.

A petición del fiscal, el tribunal leyó la diligencia de inspección ocular en la que Bayo señalaba el lugar en el que se encontraba la cocina y la bodega y donde estaban Lasa y Zabala, así como otra serie de detalles minuciosos. "Si me desenvolví con soltura dentro del edificio", trató de explicar Bayo, "es porque previamente había leído las declaraciones de López Carrillo y porque en EL PAÍS habían salido los planos de La Cumbre antes y después de la rehabilitación. Soy aficionado al arte y la arquitectura y La Cumbre es el típico edificio de la burguesía vasca".

El fiscal le preguntó cómo era posible que hubiera acertado en la ubicación antigua de la cocina y la bodega, así como en la de los detenidos, si esos detalles no habían sido publicados. Bayo guardó entonces silencio. El abogado de la acusación, Iñigo Iruin, ridiculizó su afición al arte y la arquitectura al advertir de que en su declaración del 7 de septiembre de 1995 confundió el palacio de La Cumbre con el de Miramar y le preguntó cómo sabía que la cocina era de butano o que la entrada no existía, sino que era un mirador. Bayo continuó callado.

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