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ELECCIONES EN RUSIA

Putin es refrendado como heredero de Yeltsin

El Kremlin canta victoria tras las elecciones legislativas del domingo, que conforman una Duma (Cámara baja del Parlamento) que permitirá al presidente Borís Yeltsin pasar tranquilo sus últimos seis meses en el poder y que propulsan hacia la jefatura del Estado al primer ministro Vladímir Putin. "Es una revolución pacífica, una ruptura colosal", aseguraba ayer el vicejefe de la Administración presidencial, Ígor Shabdurasúlov, eufórico por el magnífico resultado de los dos partidos de nueva creación -Unidad y Patria-Toda Rusia-próximos al poder en Moscú.

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Datos todavía provisionales, con más del 84% de los votos escrutados, situaban anoche a los comunistas en cabeza, con el 24,2% de los votos, seguidos de Unidad, el más genuino partido del Kremlin, con el 23,4%, y de la coalición Patria-Toda Rusia (PTR, de Yuri Luzhkov y Yevgueni Primakov), con el 12,6%.A cierta distancia se situaba otra formación próxima al poder, la Unión de Fuerzas de Derecha, que, como Unidad, hizo campaña por Putin como futuro presidente, con el 8,7%. Otros dos grupos entrarán en la Duma por representación proporcional, al superar el mínimo del 5%: los ultranacionalistas de Vladímir Zhirinovski y los liberales de Grigori Yavlinski, ambos con poco más del 6%.

El triunfo comunista es un espejismo. Es verdad que el único partido (junto a Yábloko) digno de ese nombre en Rusia mejora en dos puntos sus resultados de 1995, pero disminuye su número de escaños. El motivo es que, en esta ocasión, ha habido seis partidos, con más del 80% del total de los votos, que han saltado la barrera del 5% y se han tenido que repartir 225 diputados. Entonces fueron cuatro, y que lograron sólo el 50%.

Eso hace que los comunistas obtengan, una vez sumados los escaños logrados en la mitad de la tarta de la Duma que se decide por sistema mayoritario en distritos individuales, unos 111 parlamentarios, frente a los 157 de 1975. Sus rivales quedan muy atrás (Unidad obtendrá en torno a los 76). Sin embargo, ni aunque se le sumen a la formación de Guennadi Ziugánov los diputados de sus potenciales aliados, puede aspirar a renovar un dominio de la Cámara que ha marcado conflictivamente las relaciones entre el Legislativo y el Ejecutivo los seis últimos años.

Bien podían Yeltsin y Putin cantar ayer victoria. La nueva Duma será, con toda seguridad, más dócil al Kremlin, y podrá abrir paso a reformas relegadas, como la fiscal y la de la propiedad privada de la tierra. También hará más factible la ratificación del tratado STARTII de limitación de armas nucleares, que los comunistas han bloqueado durante años.

Revés para Luzhkov

Los comicios del domingo, marcados por el juego sucio, han supuesto un grave revés para Patria-Toda Rusia, aunque sin llegar al hundimiento que los primeros resultados hicieron temer. Con más del 12% de los votos y unos 62 diputados, la coalición del alcalde moscovita, Yuri Luzhkov, y del ex primer ministro Yevgueni Primakov, junto con influyentes líderes regionales, será el tercer grupo de la Duma. Sin embargo, ha quedado descalificada como opción de poder. Y Primakov lo tiene muy difícil, por no decir imposible, para seguir aspirando al Kremlin, una ambición que hizo pública dos días antes de las elecciones.

Putin, sin despeinarse, sin ser siquiera candidato, apoyado en su imagen de duro capaz de meter en cintura a los rebeldes chechenos, se proyecta todavía con más fuerza hacia el relevo de Yeltsin en junio del 2000. Él fue el gran ganador el domingo. Tanto Unidad como la Unión de Fuerzas de Derecha hicieron bandera de su apoyo al primer ministro.

Hace cuatro años, el enemigo a batir por el Kremlin fue el partido comunista. En esta ocasión lo era Luzhkov, que prometía pasar factura por los abusos que han marcado el tránsito salvaje del comunismo al capitalismo en Rusia. Ahora, la perspectiva más verosímil es que, en junio, el candidato del Kremlin (probablemente Putin) vuelva a enfrentarse al candidato rojo (probablemente Ziugánov).

Sería una lucha desigual en favor de Putin y que preludiaría más y más años de la misma receta con que se alimenta el país más grande del mundo desde que la URSS saltó en pedazos, a finales de 1991. El único factor que puede jugar en contra de Putin es que éste no consiga tener satisfecho a Yeltsin hasta entonces. El líder del Kremlin ha dado en menos de dos años muestras sobradas de que nadie nadie puede sentirse seguro en el sillón de primer ministro. Y, sin esa poltrona, hasta la más sólida carrera se puede venir abajo en Rusia en cuestión de meses.

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