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ELECCIONES EN RUSIA

EE UU apostó por el ganador

Pilar Bonet

Estados Unidos se ha adelantado a Europa en su apuesta por Vladímir Putin como posible sucesor de Borís Yeltsin, tras razonar en función de sus propios intereses estratégicos como potencia nuclear y a pesar de la guerra de Chechenia. Así lo señalaban altas fuentes gubernamentales alemanas el domingo por la noche, mientras los primeros resultados de las elecciones de la Duma confirmaban el fortalecimiento de Putin y de los partidos apoyados por el Kremlin en detrimento de Yevgueni Primakov, Yuri Luzhkov y Grigori Yavlinski, los reformistas que han contado con simpatías en la élite política germana y europea.El primer ministro ruso había trabajado como oficial del KGB (Comité de Seguridad del Estado) en la República Democrática Alemana, habla perfectamente alemán y ha educado a sus hijas en la Escuela Alemana de Moscú. Sin embargo, Berlín no ha sacado hasta ahora ventaja. El Gobierno del canciller Gerhard Schröder aceptó al nuevo primer ministro de Yeltsin de mala gana, cuando aún estaba acostumbrándose a su antecesor, Serguéi Stepashin. El Ejecutivo germano fue lento en renovar la invitación a visitar Alemania que había sido cursada a Stepashin. Después vino la guerra de Chechenia, y los alemanes, temerosos de su opinión pública, aconsejaron sutilmente a Putin esperar para mejor ocasión. Ahora, los alemanes comienzan a dudar de que Putin sea un personaje de paso.

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La reorientación de Washington hacia Putin quedó clara a los diplomáticos europeos que conversaron con representantes norteamericanos en la cumbre de los ministros de Exteriores del Grupo de los Ocho (G-8), la semana pasada en Berlín. En ese foro, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright - que se refirió a la necesidad de mantener una "relación funcional" con Rusia a largo plazo- y el subsecretario de Estado, Strobe Talbott, lanzaron señales inequívocas: Washington está dispuesto a apoyar a Putin (de la misma forma que apoyó a Yeltin) y dispuesto a no dificultar la campaña de Chechenia. A cambio, Washington espera poder convencer a Rusia de que acepte una revisión del Tratado ABM (tratado contra los misiles balísticos). La revisión de este acuerdo de desarme, que data de los años setenta, permitiría a Estados Unidos desarrollar sus planes para crear un escudo de protección nuclear sobre su territorio, una idea que no gusta a los socios europeos de la OTAN, temerosos de que se creen condiciones de seguridad asimétricas a ambos lados del Atlántico.

Las señales que Washington ha dado a Putin encajan en las tradiciones de colaboración entre las dos superpotencias nucleares de la época de Leonid Bréznev. La oferta puede ser tentadora para una Rusia que, al margen de su situación económica real, parece más interesada en subrayar su papel de superpotencia nuclear en competencia bipolar con Estados Unidos -como demostró Yeltsin en China-, que en consolidarse como una democracia respetuosa de los derechos humanos y de las libertades cívicas.

Al margen de quién sustituya al presidente Bill Clinton en el 2001, la tentación de apostar por un hombre fuerte que controle Rusia es más intensa en EEUU que en Europa. Rusia salió muy bien parada de la cumbre del G-8, pues el comunicado final no contenía críticas a la política de Rusia en Chechenia.

Medios diplomáticos europeos señalan que Ígor Ivanov se defendió bastante bien tanto ante los ministros de los países más desarrollados del mundo como ante Javier Solana. El coordinador de la Política Exterior y de Defensa de la Unión Europea, que asistía por primera vez a una reunión de ministros de Exteriores (UE) del G-8 en calidad de tal, insistió en destacar la importancia que la situación humanitaria en Chechenia tiene para los políticos europeos. En su cumbre de Helsinki, la UE anunció la posibilidad de revisar su política hacia Rusia (Estrategia Común, acuerdo de cooperación y programa Tacis) en función de la actitud de Rusia en Chechenia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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