_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fumar: ¿transgresión adolescente? JOAN SUBIRATS

Joan Subirats

Transito con relativa frecuencia por delante de ciertos centros docentes de la ciudad. No dejo de sorprenderme por la muy notable presencia de adolescentes que cual posesos meten mano a una cajetilla de cigarrillos, propia o ajena, procediendo de inmediato a encender un pitillo. La escena se produce en muchas ocasiones literalmente en los mismos límites de separación entre el edificio y el mundo exterior. Mientras sueltan el humo, parecen decir "al fin libres". Es difícil apreciar con exactitud las edades de los pitilloliberados, pero en algunos casos parecen situarse en los 12 o 13 años. La situación, dicen las encuestas realizadas sobre los hábitos de los adolescentes, no muestra diferencias significativas entre alumnos que asistan a centros públicos, privados o concertados.Impelido por la curiosidad, he ido recogiendo conversaciones, imágenes y situaciones que me han llevado a la conclusión de que existe una especie de confabulación para que ello ocurra. Un bar. Entran tres chicas. No aparentan más de 14 años. Se dirigen a la barra. Una de las adolescentes: "Me das un Nobel". El camarero: "¿Eres mayor de edad?". La interpelada responde: "Me he dejado el carnet, pero aquí tampoco hay nadie que controle". El camarero: "Bueno, toma, pero no me busquéis líos, yo no os he vendido nada". Un quiosco. Mientras compro un periódico observo cómo la máquina expendedora de tabaco está situada de tal forma que es imposible que el responsable del puesto de venta controle quién accede a la misma. Un estanco. Venden cajetillas de diez cigarrillos e incluso, me han dicho, que en algún caso ciertos establecimientos han regresado a la costumbre que creía desaparecida de vender "al detalle" cigarrillo por cigarrillo. Una casa de chuches, imprenta y demás, llena de clientela infantil y juvenil: venden tabaco. Personajes variopintos vendiendo en ciertas esquinas cajetillas underground. Anuncios. Tabaco y sexo, tabaco solidario con el 0,7%, tabaco vinculado a deporte, tabaco vinculado a aventura y riesgo, tabaco vinculado a música, tabaco vinculado a tejanos y gafas de sol. Cine. Artista guaperas fumando a destajo, los personajes más inconformistas y modernos son los que más fuman.

En el fondo, el problema que tenemos es el de una presión intolerable sobre un grupo social que pienso que no tiene capacidad para decidir con plena conciencia sobre los efectos de sus decisiones. Y esa presión está estratégicamente planeada por parte de las grandes compañías tabaqueras, que gastan millones para incidir en ese preciso grupo de potenciales adictos. La información que existe sobre el tema es significativa. El hábito se adquiere normalmente antes de los 18 años. Después la dependencia hace difícil dejarlo. La mayoría de personas que no fuman a los 18 ya no fuman después (no es ése mi caso, ya que me convertí en fumador ocasional de puros después de los veintitantos). Si en 1994 la edad de iniciación al tabaquismo se situaba casi en los 14 años, ahora ha bajado a los 13 años. Las cifras de fumadores entre 14 y 18 años son en España superiores a las del resto de países de la Unión Europea. El aumento del consumo se ha concentrado sobre todo en las chicas, que superan ampliamente a sus colegas masculinos en esa iniciación precoz. Es evidente que si yo fuera una gran-compañía tabaquera me dedicaría al segmento pipiolo para fidelizar clientelas. Pero, si yo fuera autoridad sanitaria me dedicaría esencialmente a impedir que ello ocurriera. Como es sabido, el consumo de tabaco continúa siendo la principal causa aislada de muerte evitable en España. No es un problema de tolerancia o intolerancia. No soy en absoluto partidario del prohibicionismo. Más bien creo que buena parte de los problemas actuales en el tema de las drogas se plantean por una política erróneamente prohibicionista. Es probable que cuanto más se usen las tácticas prohibicionistas clásicas, más se aumenten los incentivos a la transgresión. En el mundo de los adultos, fumar resulta aún normal. Dos de cada tres españoles no fuman. Pero, es probable que los que sí lo hacen recriminen a sus hijos o hijas sus inicios como fumadores. Entre el mundo excitante con el que se pretende vincular al tabaco -sexo, música, deporte y cine- y la reconvención adulta (muchas veces con el cigarrillo en la mano), las opciones transgresoras de muchos adolescentes parecen casi lógicas.

Necesitamos otras estrategias, que sin aumentar el morbo y la excitación por lo prohibido, hicieran más controlable el acceso al tabaco y permitieran una mejor información de los adolescentes al respecto. Desde la Generalitat se debería empezar por intentar hacer cumplir las leyes. Desde 1991, en Cataluña, la mayoría de edad legal es la mínima exigible para poder comprar tabaco, pero las estadísticas indican que después de aprobar la ley, esa medida no ha tenido incidencia alguna. Lo mismo ocurre con la normativa sobre publicidad. Convendría evitar el uso subliminal de las marcas de tabaco en la vestimenta y en las carrocerías de tantos campeones deportivos. Podríamos plantearnos eliminar o limitar muchísimo la difusión de máquinas expendedoras, y concentrar la venta en los estancos. Se podría aumentar el precio de la cajetilla. Una directiva comunitaria que está en preparación puede obligar a reducir la presencia de alquitrán y nicotina en todos los cigarrillos, y se habla de no permitir el uso de las denominaciones light, ya que incentivan el consumo o disuaden a los que quieren dejar el hábito considerando que su peligrosidad es menor. Y, asimismo, trazar estrategias de comunicación e información planteadas y concebidas desde los propios colectivos de jóvenes y adolescentes. No sé si con todo ello conseguiríamos reducir el consumo o aumentaríamos los incentivos para introducirse en el hábito, pero lo que me molesta más es esa especie de pasividad general ante la bien orquestada y calculada estrategia mercantil que tiene en el sector adolescente su objetivo más vulnerable e indefenso, y también el potencialmente más rentable. Que fumen si quieren cuando puedan decidirlo por sí solos, pero no les demos nicotina y alquitrán por liebre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_