Apuesta de D'Alema

EL PRIMER ministro italiano, Massimo d'Alema, ha dimitido con la clara intención de seguir en el cargo. Se trata de una medida perfectamente legítima que, en el caso actual, responde además a una clara voluntad de acelerar un cambio político que se ha visto demorado durante mucho tiempo, pero que es necesario para acabar con unos mecanismos de bloqueo que han dominado la política parlamentaria de ese país desde prácticamente el final de la Segunda Guerra Mundial.D'Alema intenta buscar con su dimisión una nueva estabilidad que libre al Gobierno de las coacciones que le amenazaban, especialmente después de las renovadas exigencias de los socialistas. No habrá disolución de las Cámaras ni elecciones. Los presupuestos del año 2000 han sido aprobados.

El primer ministro dimisionario quiere volver al cargo con un Gabinete de mayor cohesión. Y los socialistas de Enrico Boselli habían dejado claro que ellos eran cada vez menos partidarios de garantizarla. Con el pequeño grupo de Francesco Cossiga habían creado una plataforma que ponía en peligro la política que D"Alema propugna. Ahora, el primer ministro quiere apoyarse en Los Demócratas, el partido fundado por el actual presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, para continuar una política sólida de saneamiento de un Estado que ha sido durante décadas paradigma de la insalubridad institucional, política, presupuestaria y administrativa.

D'Alema asume el reto de aprobar una de las grandes asignaturas pendientes de la reforma: la elaboración de una ley electoral que refuerce el carácter mayoritario y acabe con la proverbial inestabilidad política italiana. No se trata de cuestionar el pluralismo en el Parlamento, pero sí de primar la gobernabilidad y poner fin a lo que ha acabado siendo un despotismo de los partidos pequeños, libres para chantajear a unos u ofrecer sus servicios a intereses no mencionados en sus programas. Italia ha avanzado mucho después del terremoto que expuso las miserias del sistema de posguerra. D'Alema ha hecho una apuesta calculada y razonable. Todo indica, además, que sus cálculos son correctos.