Demasiadas puñaladas
Cuando está a punto de cumplirse un mes del hallazgo del cadavér de la joven Virginia Acebes en el monte Artxanda de Bilbao, la Ertzaintza tiene identificado a un presunto sospechoso del crimen. Varios testigos han declarado que en la madrugada del 21 de noviembre pasado vieron cenar a la universitaria de 19 años, después deque ésta dejase a sus amigas, junto a un hombre joven en el hotel Artxanda, sito en el monte del mismo nombre. Los testigos han llegado a reconocer al acompañante en fotografías.
Las líneas de investigación que sigue en el caso de Virginia Acebes la policía vasca, a cuyos especialistas se han unido últimamente dos agentes de la unidad de homicidios de la Policía Municipal de Bilbao, se han centrado casi desde el comienzo en el entorno de la joven asesinada. Así, se ha interrogado, además de a sus familiares, a vecinos del barrio de Ollerías en que residía y también a alumnos de la Facultad de Ciencias Empresariales de Sarriko, en la que Virginia Acebes cursaba segundo. La muerte de la joven de Bilbao se produjo con un ensañamiento inusitado incluso en casos de asesinato, según opina la Ertzaintza. Las puñaladas fueron propinadas con una navaja de gran filo, según concluyeron los resultados de la autopsia, dada la profundidad de las mismas, en cuello, tórax y parte izquierda del abdomen.
Botas en Txurdinaga
En medios de la investigación no se descarta que el asesino tratara de despistar y pretendiera aparentar que el crimen era obra de más de una persona. Pero tampoco rechazan de plano que las 54 puñaladas fueran el resultado de un arrebato de violencia pasional.
Las botas que estrenó la joven la misma noche de su desaparición, pertenecientes a su madre, y que no se encontraron en el monte Artxanda, se hallaron después en el barrio bilbaíno de Txurdinaga.
La Ertzaintza sospecha que el asesino las arrojó cuando regresaba de Artxanda, después de haber apuñalado a su víctima y que su intención era símplemente desconcertar a los investigadores.
Cuando José Luis Acebes encontró después de un día y medio de intenso rastreo por el monte Artxanda el cadáver de su sobrina Virginia en un talud situado a unos 15 metros de la calzada, la joven llevaba unas 24 horas muerta, según parecieron determinar las investigaciones. De ser así, la víctima y asesino podrían haber pasado unas 15 horas juntos.
Identificado un hombre que estuvo con Virginia Acebes la noche que desaparecióVarios testigos vieron a ambos cenando y en un coche rojo
Virginia Acebes, estudiante de Ciencias Empresariales en la UPV, se despidió de sus amigas a las tres de la madrugada del domingo 21 de noviembre pasado en la boca del metro del Casco Viejo de Bilbao, en la plaza de Unamuno. Les dijo que se dirigía caminando a su casa de la calle Ollerías, distante apenas 15 minutos a pie. Nunca llegó. Unas siete horas después, en la mañana del domingo, un ertzaina fuera de servicio encontraba las primeras pistas de la desaparición cuando paseaba por el Alto de Santo Domingo, en el monte Artxanda. A unos dos kilómetros del lugar, en la tarde del lunes 22, José Luis Acebes, tío de la víctima, encontraba su cuerpo con 54 puñaladas y restos de semen.El Juzgado de Instrucción número 2 de Bilbao se encargó del caso y decretó el secreto del sumario desde el primer momento. El hermetismo sobre los resultados de la investigación ha planeado desde entonces sobre el crimen. Sin embargo, cuando está a punto de cumplirse un mes del asesinato, se sabe que la Ertzaintza ha podido reconstruir "razonablemente" los hechos. Fundamentalmente, a través de testimonios de personas que vieron a Virginia Acebes en las horas que transcurrieron entre el momento en que dijo adiós a sus amigas y cuando se hallaron los primeras pistas en el monte Artxanda: algunas prendas, dos botellas de batido, una de ellas vacía, y envoltorios de comida ligera.
En el hotel
La clave que podría ayudar a la resolución del caso es la identificación de la persona que pasó las últimas horas con Acebes y que, presumiblemente, es el autor de su asesinato. Se sabe que es un hombre joven al que diferentes testigos vieron cenando en la madrugada del domingo con la chica en el hotel Artxanda, según ha podido saber este periódico.
Varios de esos testigos han ratificado además la identificación del acompañante en fotografías mostradas por la Ertzaintza. La revelación refuerza el resultado de la autopsia, que halló restos de comida en el estómago de la muchacha. La investigación ha permitido también saber que la víctima y su acompañante usaron un automóvil rojo, del que se conoce la marca, que utilizaron para desplazarse desde la ciudad hasta el monte Artxanda.
Otra pista que los investigadores estiman esencial en la reconstrucción de lo que pudo ocurrir en esas horas es la aportada por varios testigos que vieron a Virginia Acebes a tan sólo 100 metros de su domicilio poco después de las tres de la mañana del domingo. Esto permite a la Ertzaintza ratificar su primera hipótesis de que la víctima conocía a su asesino.
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