Fechas familiares

Por estas fechas tan familiares, y con su asombrosa voz de falsete, el señor alcalde de Madrid canta año tras año su cuplé más rancio: "...qué bonita tradición, / al llegar la Navidad / ven a la plaza Mayor...". Año tras año, pues, el centro se nos inunda de visitantes; bienvenidos. Lástima que una parte importante venga en su coche. Y un año tras otro, el Ayuntamiento no toma medidas serias contra este delirio de cláxones, humo, escandaleras, frenazos, gritos, algarabía, gran estrapalucio y todo el ruido.Ahí van dos propuestas oportunas para que nuestro primer edil las haga suyas:

1.Intentar el atasco del milenio. Para ello se distribuirán cientos de miles de boletos entre los automovilistas para que (libremente, por Dios), a la hora tal del día X, se presenten con sus coches a punto en una calle concreta y a la altura de un número determinado. El municipio aportará vallas, planchas metálicas, zanjas, contenedores, montones de arena y/o de ladrillos, chirimbolos y todos los estorbos necesarios. Unos grandes almacenes patrocinarán el evento a condición de que sus bolsas verdiblanquinegras estén visibles en todas las ventanillas de todos los vehículos. Para pasmo del orbe, la CNN e Internet seguirán la locura.

Por supuesto, el señor Guinness anotará en su libro ese mayor atasco del milenio,

2.Torpe del siglo. Se concederá a aquel conductor que cinco años consecutivos, y por cinco recorridos distintos, haya sido atrapado en los atascos navideños. También se vale haberla pringado cinco veces en las mismas fiestas. Caso de varios candidatos (miles seguramente), se valorarán: traje regional navideño, coches llenos de niños y adultos, bocina más escandalosa, abeto en la parte de atrás, móvil, bengalas, sidra, champán, muchas bolsas...- .