A río revuelto
Soy objetor desde hace unos meses en un centro que seguramente esté ejerciendo una labor admirable, en la que colaboramos profesionales capacitados, las chicas de prácticas y los objetores. Mi fin es quejarme, no tanto por mi situación, que no deja de ser incómoda pero asumible, sin más remedio que pase el tiempo, sino por las chicas de prácticas, pobres.Prácticas, farsa, una forma de estar mareando a la gente, por no haber dinero para pagarles el trabajo que ellos producen. Pero estas empresas acogen en su seno familiar, de afecto y enseñanza a todos los que puedan, cuantos más mejor. ¡Porque no hay que pagarles!, y trabajan más que los fijos, tienen ilusión todavía. El problema es de raíz, supongo, la raíz de un árbol que todavía no da cobijo a mucha gente.-
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