Los chechenos derriban un avión de combate y dos helicópteros rusos
El éxito que hasta ahora acompaña a la intervención rusa en Chechenia no excluye reveses parciales como el que ayer supuso, en el distrito de Shatoi, el derribo de un avión de combate SU-25 y de dos helicópteros que acudieron al rescate de su piloto, que cayó prisionero. Posteriormente, los milicianos, que habían admitido la pérdida de la base aérea de Jankalá, al este de Grozni, anunciaron su reconquista.A falta de informaciones fiables, con los movimientos de los periodistas muy limitados, sin garantías de seguridad en el bando checheno y bajo control estricto en el ruso, la marcha exacta de la guerra es difícil de determinar.
Aun así, el reflejo de cuanto se está sabiendo en los últimos días dibuja el siguiente escenario: cerco total de Grozni, aunque no tan hermético como para impedir la huida de los boievikí; preparativos del Ejército ruso para limpiar Shalí, supuestamente abandonada ya por el enemigo; negociaciones con dirigentes locales para la entrega de otras localidades menos importantes; escasos choques cuerpo a cuerpo, con la aviación y la artillería haciendo la mayor parte del trabajo; repliegue checheno hacia las montañas del sur y del Este y preparativos del Ejército ruso para exterminarles allí.
En cuanto a Grozni, los rusos estaban ayer no sólo en el aeródromo de Jankalá (al Este), que supuestamente perdieron después, sino también en el barrio de Staropromisli (al Oeste), sin que eso significase la preparación de un asalto definitivo; el ministro de Defensa, Ígor Serguéyev, volvió a descartarlo. "El problema de Grozni será resuelto por la población local", declaró, dando a entender que la ciudad se tomará sin lucha. Según Nikolái Koshman, viceprimer ministro para Chechenia, eso ocurrirá dentro de una semana o, como máximo, de 10 días. Lo que no está claro es si, para conseguirlo, se efectuarán bombardeos masivos. Estos días, mientras se resuelve la suerte de los civiles, la capital chechena ha disfrutado de algún respiro, aunque las bombas caían ayer en la zona sur.
No se sabe exactamente cuánta gente queda en Grozni. En los últimos días se hablaba de hasta 5.000 combatientes y 40.000 civiles. Pero ayer fuentes rusas reducían las cifras a 2.000 y 10.000, respectivamente. Sean los que sean, los civiles, en su mayoría ancianos, enfermos o mujeres con hijos pequeños, no se atreven a utilizar masivamente los corredores abiertos por el Ejército ruso para facilitar la salida de la ciudad. Pese a las promesas del ministro para las Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigú, los últimos de Grozni temen que sea cierto lo que dicen los boievikí: que son corredores de la muerte y no de la vida. Entretanto, la Duma rusa aprobó una amnistía para los combatientes chechenos que entreguen las armas.
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