El número de adopciones de niños rusos por parte de familias españolas se dispara
Rapidez y garantías judiciales explican el auge, que ha duplicado los casos en un año
Más rápido y con más garantías, aunque no necesariamente más barato. Ahí está el origen de la eclosión que están experimentado en los últimos tiempos las adopciones en Rusia por parte de familias españolas. En los 10 primeros meses de este año se formalizaron 380 adopciones, exactamente el doble que en todo 1998. Y la tendencia es a que se siga produciendo un aumento exponencial, especialmente tras el descubrimiento de que las cosas son más fáciles e incluso más serias fuera de Moscú. Son muy escasas las denuncias de que se hayan exigido sobornos.
El pasado martes se produjo en el Consulado una concentración inusual de nuevos padres, 17, que intentaban resolver el último trámite para poder llevarse a sus hijos rusos a España. Era puente y al día siguiente había vuelo directo a Madrid. La impaciencia por dar carpetazo a un largo proceso, y la coincidencia de que se acababan de resolver un puñado de casos en Yekaterimburgo (capital de los Urales) produjo esa aglomeración que obligó a reforzar el personal administrativo.La dosis diaria es, por supuesto, inferior, y se mantiene en torno a los ocho casos semanales. Pocos de ellos afectan a niños de Moscú. Se pueden contar con los dedos de la mano en lo que va de año. La capital rusa es feudo norteamericano-canadiense y, con frecuencia, las peticiones españolas son consideradas de segunda división. Eso hace que lleguen a asignarse menores con problemas físicos o psíquicos y de edad superior a la que piden los aspirantes a padres adoptivos. Por añadidura, el trámite suele ser más largo, hasta de más de dos años, y más caro. En alguna ocasión ha llegado a superar los tres millones de pesetas, sumando todos los gastos, tanto en Rusia como en España.
La región de Moscú (administrativamente diferenciada de la capital) es, en cambio, con gran diferencia, la principal suministradora de internos adoptables de los orfanatos rusos, seguida de Cheliabinsk (en Siberia) y Sverdlovsk (en los Urales), sobre todo de la capital, Yekaterimburgo.
Gestiones desesperantes
Familias españolas que, con frecuencia, llevan años de desesperantes gestiones en otros países, han descubierto en los últimos años a Rusia. Así, de poco más de 20 adopciones tramitadas en 1986, se pasó a unas 80 en 1997, a 190 en 1998 y a más de 400 en lo que va de 1999. Se trata de un crecimiento exponencial, que probablemente se acelerará con la repercusión que está teniendo la decisión de las autoridades rusas de suspender el envío de huérfanos para acogimientos temporales, tras la negativa de nueve familias asturianas a devolver a los niños que llevaban acogiendo más de dos años.
Las comunidades autónomas que generan un mayor número de peticiones de adopción en Rusia son, por este orden, Madrid, Baleares, Valencia y Cataluña. El proceso de adopción en Rusia, desde que las familias solicitan en su comunidad autónoma el certificado de idoneidad hasta que se hace firme la sentencia del tribunal correspondiente, oscila entre los seis meses y más de dos años.
Si se recurre a una entidad mediadora en adopción internacional (EMAI), obligada por ley a no tener ánimo de lucro, todo dependerá de su eficacia, de sus medios y del volumen de casos que gestiona. Las quejas sobre la actuación de las EMAI no son frecuentes, aunque ha habido algunas muy sonadas, como la que, el pasado marzo, supuso por la Comunidad de Madrid para operar en Moscú a la Asociación Internacional para la Protección y Ayuda a los Menores Rusos (AIPAMR). Algunos aspirantes a padres acusaron a esta entidad de cobrar por sus servicios más de lo necesario y de ocultar información básica sobre los niños a adoptar. La asociación sigue teniendo permiso para funcionar hasta que resuelva los casos que tenía pendientes, más de 100, y luego se volverá a evaluar su actuación.
Últimamente, muchas parejas han optado por gestionar las adopciones directamente contratando a abogados rusos especializados. Eso agiliza todo el proceso, no lo encarece y permite un mayor control de las familias. El proceso termina en un juicio ante un tribunal de familia regional, que puede llegar a durar más de cinco horas.
Pese a la corrupción que planea sobre todos los estratos de la sociedad rusa, son muy escasas las denuncias de que se hayan exigido sobornos, aunque hay casos en que se solicitan donaciones voluntarias para mejorar la alimentación o la atención a los internos de los orfanatos.
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