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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Incompetencia espesa

LA GESTIÓN del aeropuerto de Barajas, responsabilidad del Ministerio de Fomento de Rafael Arias-Salgado, es desde hace varios años un motivo de vergüenza nacional. Durante el puente de la Constitución, miles de viajeros resultaron atrapados en el aeropuerto madrileño porque la niebla obligó a cancelar o retrasar cientos de vuelos. Los pasajeros damnificados sufrieron un nuevo calvario de horas perdidas, inquietud, abandono y falta de información. Un episodio más de la larga serie de incompetencias y desprecio a los ciudadanos a los que nos tiene acostumbrados la gestión aeroportuaria del actual Ministerio de Fomento, que la ejerce, o, mejor, la perpetra, a través del organismo público AENA.Sólo en un aeropuerto tercermundista, y no en todos, se podría aceptar la niebla -un fenómeno atmosférico común- como excusa de un caos circulatorio, y ésta es precisamente la que han esgrimido los responsables de Barajas. Como si el aeropuerto no contara con sofisticadas y costosísimas señalizaciones electrónicas e informáticas que permiten la utilización sin riesgo de las pistas. En lugar de asumir la responsabilidad del desastroso funcionamiento de los sistemas de vuelo, AENA se ha embarcado en una cadena de confusas explicaciones que empezó por el anuncio de que se habían estropeado los sistemas de navegación, y, por el momento, ha concluido acusando a las líneas aéreas de carecer de sistemas adecuados para volar en condiciones adversas. El Gobierno se ha sumado rápidamente a esta ceremonia de la confusión que consiste en disparar en todas las direcciones con el fin de diluir las responsabilidades propias. El portavoz del Gobierno, Josep Piqué, ha distribuido gratuitamente las culpas del último desaguisado entre AENA, las compañías aéreas, los pilotos y la "espesísima niebla". En resumen, todos son culpables y ninguno responsable, excepto la niebla.

Pero, en su maniobra de distracción, Piqué se vio obligado a reconocer la escasa preparación y organización del aeropuerto e implícitamente la responsabilidad última del Ministerio de Fomento al admitir que un país como España no puede permitirse que un episodio de niebla descabale su organizacion aeroportuaria. Hace ocho meses, con ocasión de otra situación caótica en Barajas, el presidente del Gobierno, José María Aznar, anunció enfáticamente que "había encargado" al ministro de Fomento que resolviera el problema de los aeropuertos. Por lo que parece, a tenor de lo que expuso el viernes el ministro portavoz, o el encargo no ha sido atendido como se merece o el ministro Arias-Salgado no es capaz de realizarlo con solvencia. Mientras se resuelve el "encargo", los pasajeros, humillados y ofendidos, estarán condenados a pagar el precio de la incompetencia y el aeropuerto de Madrid seguirá poniendo en ridículo a todo el país.

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