Un vándalo echa raíces en el Retiro
Un joven obsesionado con el color amarillo arranca flores y arbustos y pinta bancos y fuentes del parque
En el parque del Retiro, entre el gran estanque y el Parterre, hay un paraje que data del siglo XVII y que constituye uno de los vestigios originales del parque, fundado en tiempos de Felipe IV, en 1630. Es un pequeño lago de cuya circunferencia surgen ocho círculos que le dan su nombre: el Lago Ochavado. Con una isleta de rocalla en el centro, de donde mana agua, el lugar brinda una intimidad que invita a la reflexión. Sin embargo, este rincón único no ha despertado reflexión alguna en un personaje que, desde el pasado julio, se dedica a asolar cuantos enclaves del Retiro se le ponen a tiro. El color amarillo es su obsesión.Así lo confirma Adriano García-Loygorri, concejal de Medio Ambiente: "Es africano y trae de cabeza a los jardineros del parque", dice el edil. Los vigilantes aseguran asistir impotentes a los desmanes del joven.
"Se llama Ndongo. Lo llevan a comisaría, se declara insolvente y vuelve a las andadas", se lamentan. El varón en cuestión acaba de culminar su última faena: con la pintura amarilla que recoge de contenedores, acaba de embadurnar la barandilla del lago, el suelo del contorno y los bancos donde los paseantes se sientan para disfrutar del otoño.
"Muestra una fijación obsesiva por el color amarillo, su preferido a la hora de embardurnar todo lo que encuentra, con pintura casi siempre de este color. Son ya muchas decenas de bancos los que han registrado su paso", señalan.
Sus actividades no se limitan ni a la zona del Lago Ochavado, ni a su dimensión plástica. "Habitualmente, sienta sus reales en una zona contigua a la plaza de Cataluña, detrás del gran estanque; precisamente en la barandilla del mausoleo dedicado a Alfonso XII, uno de los lugares más visibles de la ciudad, sobre el lago, acostumbra tender su ropa interior lavada allí mismo", señalan. Cuando es reprendido por los jardineros, que le afean su conducta, responde: "Este parque es tan mío como vuestro", aseguran. Sus fijaciones abarcan también a las flores. "Todas las de color amarillo y rojo, sin excepción, son arrancadas por él".
Tampoco se libran las acequias de un arroyo que vierte al estanque: las pintarrajea con pegotes de pintura amarilla. "Suele cubrir las alcantarillas enrejadas con ropas usadas y provoca grandes encharcamientos; pero, sobre todo, se ensaña con las plantas de bambú y los arbustos: primero los retuerce, los quiebra luego y los echa sobre el arroyo. No queda uno sano", cuenta con tristeza otro vigilante, que muestra decenas de estas plantas arrasadas. Un ejemplar de sequoia, posiblemente el único de su porte que el Retiro alberga, muestra los restos de las fogatas allí encendidas por este individuo. "Es imposible disuadirle", dicen apesadumbrados.
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