Un siglo de canciones JOAN DE SAGARRA
Faltan escasos días para que inauguremos un nuevo siglo y un nuevo milenio -aunque, si no me fallan las matemáticas, eso no se producirá hasta el primero de enero del 2001-, y los medios de comunicación se entretienen y nos entretienen elaborando listas sobre la gente importante de los últimos años, canallas y cocottes incluidos, amén de algún que otro cocinero, a ser posible ampurdanés; listas de vinos, de catástrofes, de libros, de crímenes, de películas, de enfermedades, de piezas teatrales, de pronunciamientos, de goles, de atracos, de divas, toreros, verdugos, papas, inventores, restaurantes de tres, de cuatro, de infinitas estrellas, de prostíbulos, orfelinatos, campos de exterminio, parques temáticos, epitafios, bernardinas, golosinas... y canciones.Pues bien, yo me quedo con las canciones. Una canción para el siglo, o la canción del siglo, lo que no es exactamente lo mismo, pero ya me va, y supongo que a ustedes también. El siglo, entendámonos, es mi siglo -afortunadamente, no soy ningún especialista en siglos, empezando por el mío-; un siglo que abarca de 1938, fecha de mi nacimiento, hasta hoy. ¿Cuál es mi canción de / para este siglo? Pues así, a bote pronto, les diré que, como españolito sexagenario, mi canción es tal vez aquella de "se va el caimán, se va el caimán, se va pa la Barranquilla..." -la canté la noche en que el generalísimo entubado pasó a mejor vida-; como catalanet fruint d"Estatut d"Autonomia, mi canción es, sin lugar a dudas, La santa espina, más por la música que por la letra (cada vez que la oigo interpretar en la plaza de toros de Ceret, entre el quinto y el sexto toro, se me pone -y que me perdone la señora Rahola- la piel de gallina). Y como ciudadano anónimo de la aldea global, y después de tomarme unos tequilas, unos vodkas o unos bourbons, mucho me temo que la canción de / para este siglo no sea otra que aquella que dice: "A lo loco, a lo loco, hay que ver cómo vive Fulano (...), a lo loco, a lo loco, hay que ver cómo baila el bayón" (con perdón para el bayón, un baile -¡ah, Silvana Mangano!- que me enamora). A lo loco o el Kalasnjikov, de Goran Bregovic, que parece el tamborilero de estas navidades fin de siècle que se avecinan. Pero las canciones son algo más que la impotencia definitivamente liberada, que el Estatut o la patria imposible, o el sarcasmo. Las canciones son también algo muy íntimo. Buena prueba de ello la hallamos en la votación de los lectores de Le Figaro, el primer diario de Francia, que han votado como las canciones del siglo a: Ne me quitte pas, de Brel; Petit Papa Noël, un tube navideño de Tino Rossi enquistado en una escena del filme Destins (1946), de Richard Pottier, un filme horrible, y que al parecer sigue arrasando (el disco) desde hace más de 50 años; y el Hymne à l"amour, de Piaf.
Total, que Brel y su Ne me quitte pas (1959) puede con Prévert / Kosma, con Ferré, con Brassens, con Gainsbourg -y con Vian- y, sobre todo, con el padre de todos ellos, con Charles Trenet, el autor de La mer, que con 86 años sigue al pie del cañón (último CD: Les poètes descendent dans la rue). Y con los yeyés, con Johnny, con Aznavour, con Bécaud, con Mariano, con Gloria Lasso, con Jacqueline François, Mademoiselle de Paris... y con Le chant des partisans, de Montand, o el Mon homme de Mistinguett.
Sus canciones son algo íntimo, y curioso. Pero todavía lo es más la votación de TV-3, Cent anys de cançons. En la tarde del viernes, encabezaban la lista tres canciones: Paraules d"amor, de Serrat; My way, de Sinatra (interpretada por Sinatra), y Yesterday, de los Beatles. La ganadora, la presumiblemente ganadora, me parece políticamente correcta. Palabras de amor, sencillas y tiernas, no sabíamos más, teníamos quince años.... Más o menos por esas fechas (las de la canción de Serrat), Jordi Solé Tura, encarcelado en la Modelo, leía La revolución sexual de Wilhelm Reich, "un títol que era la síntesi perfecta", escribe Solé Tura en sus memorias, "de tot el que ens estava prohibit". Pero también había quien follaba, aunque, ay, no siempre en catalán. Y eso del catalán era, en aquellos años, y más envuelto en una melodía acaramelada y una voz de bisbetó, eso, una golosina. Bien, pues, por Paraules d"amor. Pero, ¿qué me dicen de My way? Recuerdo que Serrat, a la sazón, decía, me decía, pestes de Sinatra. A mí me encantaba Sinatra, siempre me encantó, pero no el de My way, sino el de Songs for young lovers, con los arreglos y la dirección de Nelson Riddle. Es una lástima que La Voz se haya muerto antes de la resurrección del Liceo. La Caballé y él hubiesen podido reinaugurar la botiga con un My way superolímpico. En cuanto al Yesterday de los Beatles, me parece de cajón. Un hit catalán y dos mundiales, en inglés, como Dios manda. Ésos son los 100 años de canciones de TV-3. El inglés barre al castellano y el francés -entre las 25 seleccionadas de TV-3, tan sólo dos canciones francesas: Mes mains sur tes hanches (Adamo), y Que c"est triste Venise (Aznavour)-. Sin comentarios. Nada de Ovidi, de Barbat, de Pi de la Serra, de Riba, de Sisa, de Albert Pla, del Gato Pérez... Nada de Peret, ni de Jorge Negrete, ni de Machín. Un italiano: Adriano Celentano, con Pregero. Qué se hizo de Buscaglione, de Carosone -"Tu vuo" fa l"americano! / mmericano! mmericano! / masei nato in Italy / sient"amme, chi to fa"ffa?"; qué se hizo de Modugno, de aquel "Nel blu, dipinto di blu". ¿Y de Paolo Conte y su "gelato al limon"?
Moraleja: cada cual se va del siglo como puede. Volando como Modugno o al ritmo del kalasnjikov. Yo procuraré hacerlo en una strada "nfosa, en un foggy day, huyendo de un Papa Noel con los colores del Barça, camino de Chez Temporel, para acabar con la alcoyana Teresa, ballant el vals. ¿Qué más se puede pedir?
Ninguna canción de Ovidi Montllor, en la imagen durante una actuación en enero de 1991, entre las 25 del siglo seleccionadas en TV-3. / JOAN SÁNCHEZ
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