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Tejas aplica la inyección letal a un preso internado en cuidados intensivos

El último viaje en la vida de David Long, de 46 años, le condujo desde la sala de cuidados intensivos donde estaba ingresado a la cámara de ejecución donde le esperaba la inyección letal. El escalofriante traslado ocurrió en la noche del miércoles, en Tejas, y contó con la bendición del Tribunal Supremo de Estados Unidos y del gobernador de ese Estado y principal candidato republicano a la presidencia, George Bush.

Long, condenado por haber asesinado a tres mujeres con un hacha en 1986, había intentado suicidarse el día anterior en el corredor de la muerte de la prisión tejana de Huntsville, ingiriendo una sobredosis de píldoras antidepresivas. A sus compañeros les dijo antes que estaba harto de que se discutiera sobre su vida.El recluso fue trasladado de inmediato al hospital de Galveston, donde los médicos lograron salvarle la vida. En ese centro, Long ya tenía un historial abierto. Había sido diagnosticado como un esquizofrénico paranoide.

El Estado de Tejas decidió el miércoles seguir adelante con la ejecución prevista. El juez tejano Edwing King rechazó una petición del abogado del recluso para aplazar el cumplimiento de la sentencia. El intento de suicidio del recluso y su ingreso en un hospital, sentenció King, "no suscitan cuestiones significativas respecto a la competencia del recluso para ser ejecutado". El Tribunal Supremo de EEUU confirmó ese veredicto.

Long fue trasladado desde el hospital a la cámara de ejecución de la prisión, pese a las protestas de los médicos. "Ningún doctor quiso darle el alta a mi cliente", informó ayer John Bloom, abogado del recluso. "Se produjo", añadió, "un espectáculo horrible: el de los funcionarios del Estado de Tejas arrebatándole a Long los tubos de respiración asistida y los goteros por los que recibía suero y medicamentos".

El traslado desde el hospital de Galveston a la prisión de Huntsville se efectuó, eso sí, en un avión fletado expresamente para la ocasión. Un equipo médico enviado por el Estado de Tejas garantizó las constantes vitales del recluso durante los 25 minutos de viaje.

Aplazamiento denegado

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Rick Perry, vicegobernador de Tejas y máxima autoridad en el Estado en ausencia de Bush, que hacía campaña electoral en otra zona del país, se negó a la última petición del abogado Bloom: el aplazamiento de ejecución durante 30 días. Bush, según su portavoz, fue consultado por Perry y aprobó su decisión. Cuando Long empezó a sentir los efectos de la inyección letal, vomitó una solución que le había sido administrada para contrarrestar la sobredosis de píldoras.

Este caso provocó ayer la indignación de la minoría norteamericana que se opone a la pena de muerte. Richer Dieter, del Centro de Información sobre la Pena de Muerte, señaló que la ejecución de Long violó la sentencia de 1986 del Tribunal Supremo de EEUU que declara anticonstitucional "la aplicación de la pena de muerte a presos que están enfermos".

Dieter recordó que Long no sólo era un enfermo crónico por su esquizofrenia, sino que, en concreto, el miércoles se encontraba en un estado de inconsciencia. "Es horrible que se haya ejecutado a alguien que no sabía qué le estaba ocurriendo".

Long es el preso número 32 que recibe la inyección letal en Tejas este año. El Estado de la Estrella solitaria sigue detentando el siniestro récord de aplicación de la pena de muerte en EEUU. Pero en casi todo el país el furor por este castigo sigue en alza. Amnistía Internacional denunció ayer que no sólo EEUU ya ha batido este año su récord de ejecuciones desde la restauración de la pena capital en 1977, sino que al ritmo actual 1999 terminará con 100 actuaciones del verdugo. Esa cifra no se conocía desde 1951.

Tejas afrontará en enero tres casos particularmente horribles: las citas con la muerte de tres reclusos que cometieron sus crímenes siendo menores de edad. Los tres son de raza negra y fueron condenados por delitos cometidos cuando tenían 17 años.

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