Vía verde al tren
Cuando se oyó por última vez, en 1985, un tren en Tíjola, municipio almeriense de casi 4.000 habitantes, sus vecinos echaron en falta algo más que un tortuoso ruido o una molesta espera para cruzar la carretera. Una parte del pueblo murió o quedó hibernada: los almacenes, las oficinas, las instalaciones destinadas a los guarda-agujas y la báscula de mercancías... La llegada del ferrocarril a Almería, en 1890, contó con un notable retraso respecto al resto del país y el esplendor de los caminos de hierro vino marcado siempre por el desarrollo de la minería. Capitales franceses, belgas, británicos, alemanes, y también nacionales, procedentes del País Vasco, invirtieron en empresas mineras y ferroviarias instaladas en la provincia. En esta vorágine de la extracción del hierro en las canteras de Serón, el pueblo de Tíjola se convirtió en un mojón más del camino para el tren que cargaba y descargaba el material de las minas de hierro. Sin embargo, justo en el aniversario centenario del uso de la vía, en 1984, el Ministerio de Obras Públicas decidió la supresión de la línea Guadix-Almendricos debido al proceso de "degradación" iniciado en la comarca en los años 20 y 30 por la extracción de piedras. Ahora el alcalde tijoleño, Santiago Pozo Pérez (PP), tras casi 15 años en los que el pueblo ha mantenido una estación fantasma, ha ideado la manera de "resucitar" el encanto ferroviario de una zona que, sin el tren, quedó incomunicada con el resto de la provincia. "Los fines no van a ser lucrativos, ni mucho menos. Se trata de recuperar parte del trayecto de antaño en un recorrido puramente turístico y con un vagón de comienzos de siglo", explica el alcalde. El tesón del primer edil no tardó en hacer efecto en todo el pueblo, que apoyó el proyecto con el trabajo de la Escuela Taller, dirigida por Alicia Yélamos, y con la predisposición de un improvisado maquinista, Manuel Liria. "Fuimos expresamente a los talleres de Villaverde de Madrid, donde Renfe almacena todas sus viejas máquinas y conseguimos una pieza única en toda España, junto con otra que hay en Burgos, por cero pesetas", explica Liria. El proyecto, que lleva por nombre Vía verde, tomó forma cuando hace tres años llegaron al pueblo las 48 toneladas de 350 caballos y capacidad para 2.000 litros de gasoil cuya misión será ofrecer paseos naturalistas, con las Sierras de Filabres, Estancias, Baza y río Almanzora por testigos.
Esta máquina fabricada en 1964 habrá de remolcar un vagón fechado en 1911 y restaurado en su integridad por los alumnos de la Escuela Taller. Sin embargo, hasta que la adecuación del tramo de vía que se quiere recuperar se lleve a cabo, Liria se encarga del mantenimiento de la locomotora. "Tuve que estar dos días en Madrid para aprender el uso de la máquina. Pero el proceso es sencillo: corriente de mando, arranque, bomba de vacío y motor de ventilación", explica.
El traslado de la locomotora, por carretera en una góndola, ha traído hasta el lugar a auténticos devotos del mundo del tren. Si los chavales coordinados por Alicia Yélamos ultiman la reparación de las instalaciones, en el 2000 Tíjola volverá tener ferrocarril. "La idea es poner en marcha un tren turístico y hacer una especie de zona recreativa en la que se usarán el albergue construido por la Casa de oficios en la antigua nave de Renfe, el mirador que tenemos planificado y varias tiendas con productos de la zona artesanales", explica Pozo. De momento, y a la espera de los permisos para hacer uso del recorrido Tíjola-Purchena, los Reyes Magos de Oriente, en cada Navidad desde 1996, aprovechan la infraestructura férrea para entrar en el pueblo locomotorizados.
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